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Mientras pandemia se atenúa en la capital, regiones viven su peor momento

La causa, explican especialistas y líderes de gremios en salud, no es otra que la falta de autonomía y como ejemplo, contrastan el éxito del programa de vacunación en que los gobiernos locales y municipios han tenido un rol protagónico. El centralismo cuesta vidas, concluyen.

Por: Diario Concepción 25 de Abril 2021
Fotografía: Diario Concepción

Sebastián Henríquez
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Las regiones tienen poca autonomía respecto a la capital, se ha dicho y se ha constatado en innumerables ocasiones.

Es que ejemplos sobran.

Acá va uno. Concepción tiene una de las tasas de motorización más altas del país. Sus 1,2 millones de habitantes usan 300 mil automóviles.
Pero la decisión de implementar restricción vehicular solo la adopta el Ministerio de Transportes, en Santiago.

El presupuesto regional, que se pelea y se anhela como pelean y se anhelan los personajes de novelas, es de unos 90 mil millones de pesos. Esto corresponde al Fondo Nacional para el Desarrollo Regional, FNDR, que son los dineros sobre los que decide el Gobierno Regional.

Suena como si fuera mucha plata, 90 mil millones de pesos, pero la verdad es que es menos que el presupuesto de la comuna de Las Condes.
A la región llegan más dineros, pero corresponden a partidas sectoriales. Varían cada año, pero promedian el 90% de la inversión estatal en el Biobío. Su uso se decide en la capital.

Podríamos seguir, porque la lista es larga y tiene desde medidas importantes, como el pago de las patentes de las empresas, hasta proyectos que parecen triviales, como el diseño de los paraderos del transporte público… hechos para ciudades con otro clima.

Esta nota quiere detenerse en un punto delicado. La pandemia.
¿Se ve acá el centralismo también?

¿Tiene consecuencias?

Son preguntas relevantes, porque a diferencia de un paradero mal hecho, la consecuencia del centralismo no es un ciudadano empapado, sino que el funcionamiento del sistema local de salud, y, en definitiva, de la vida de penquistas, choreros, pencones, de vecinos en este territorio.

Llamados sin respuesta

La Región del Biobío tiene una larga historia de regionalismo. Larga y dura: en el siglo XIX encabezó revueltas y guerras civiles contra la capital. Los líderes de éstas se recuerdan en el nombre de varias calles, como Rozas o Freire.

En el siglo XX, se conforman entes como Corbiobio, que pelean recursos y logran avances como puentes, estadios, mejoras en el hospital.

Cuando llega la pandemia a la región, pasa lo mismo. Las universidades pusieron a disposición sus laboratorios y capacidad de análisis; los gremios propusieron medidas de gestión, pero los reclamos y sugerencias que venían del sur no fueron escuchados.

Lo sucedido recuerda mucho a la discusión sobre el eventual metro para Concepción. El documentado debate fue a dar a un cajón.

El Comité Científico Covid, por ejemplo, recomendó meses antes del pico de contagios que se tomaran medidas, como cuarentenas, que recién se aplicaron en la zona en septiembre, cuando la crisis que desató la primera ola de Covid en Santiago comenzaba a atenuarse y el Minsal pudo dirigir su atención al sur.

Otra advertencia del comité vino en diciembre: “La evidencia permite afirmar que esta zona avanza a un colapso inevitable de las Unidades de Atención de Salud, las que están sometidas a una carga extraordinaria entre pacientes de coronavirus y de otras patologías”, señalaron en un comunicado.

La ocupación de camas no ha bajado del 90% desde entonces.

Carol Cid, representante de la Federación Nacional de Enfermeras de Chile, es miembro de la versión regional de la Mesa Social Covid 19, una entidad que agrupa a representantes del Gobierno, los municipios, la academia y la salud. Se montó el año pasado a instancias del Minsal, como una forma de incorporar distintas visiones a la gestión contra la pandemia.

Según Cid, no han sido escuchados.

“El manejo de la pandemia fue desde un principio muy centralizado y reactivo. Un ejemplo, cuando ocurrió la primera ola en Santiago, la comunicación se centró en eso y la población, consciente de la emergencia, se cuidó. Pero cuando terminó la emergencia en la capital, los medios y las autoridades suavizaron el mensaje… cosa que no correspondía con la realidad de regiones. El resultado ya lo vimos”, afirma.

La realidad del país es diversa, dice Cid. “Es que eso es una obviedad, en el norte tienen problemas diferentes a nosotros, y no hemos visto ese enfoque. En el debate sobre las condiciones sanitarias de las elecciones se dijo que se podían hacer al aire libre para evitar riesgos, pero imagínate implementar eso en Magallanes, donde hay nieve, es absurdo”, sentencia.

“Las estrategias generalizadas no funcionan”, concluye Cid, refiriéndose a cómo se ha gestionado el plan Paso a Paso.

El centralismo cuesta vidas

Las acusaciones al centralismo tienen la misma antigüedad que la ciudad de Concepción. La pandemia volvió a poner la eterna discusión respecto de la autonomía regional sobre la mesa, pero con una variante que inquieta. Ahora, la falta de autonomía tiene un saldo en vidas humanas.

No es una acusación antojadiza, ni una cifra al voleo.

Un análisis a las cifras que entrega el Departamento de Estadísticas e Información de Salud, DEIS, del Minsal, arroja como resultado que, mientras en la capital la pandemia se atenúa, en regiones se ha ido empeorando.

La investigación fue conducida por Gonzalo Bacigalupe, profesor de la Universidad de Massachusetts, e investigador asociado de Creasur, de la U. de Concepción, y Rafael González, profesor de la U. Mayor, e investigador asociado al Cedenna, un centro para el desarrollo de las nanociencias.

Los especialistas decidieron dividir el año de pandemia en dos partes, cada una de seis meses. La primera, desde el arribo del primer caso, el 3 de marzo, al 2 de septiembre de 2020. La segunda, desde el 3 de septiembre de 2020 al 2 de marzo de 2021.

El comportamiento de la Región Metropolitana y las regiones es completamente diferente si se analiza por separado, en los periodos que indican.

Según Bacigalupe y González, en la capital la cantidad de muertes por Covid-19 cayeron un 62% si se compara el segundo semestre con el primero.

En el mismo lapso, el resto del país vio subir los fallecimientos en un 75%.

El bosque y los árboles

La mirada nacional indica que los fallecimientos han disminuido en un 23%, pero este dato es engañoso, advierten Bacigalupe y González.

“Todas las medidas que se toman y todos los indicadores, están pensados desde la Región Metropolitana, que tiene un peso muy grande, pero cuando uno mira los números detallados, uno se da cuenta de la gran diferencia”, sostiene Bacigalupe.

“Sucede que se han planteado las mismas medidas para una comuna como Puente Alto, que tiene 600.000 habitantes y una dinámica de personas que se mueven dos horas en transporte público, con Coyhaique, donde hay una densidad de una persona por kilómetro cuadrado”, explica González.

“Las regiones urbanas y extractivistas, tienen peores indicadores”, añade Bacigalupe.

“Básicamente, la pandemia se manifiesta distinto en cada región, eso requiere medidas diferenciadas”, acota el investigador.

Rafael González sentencia que este centralismo, además, pasa por alto una cuestión obvia: todas las personas, todos los municipios, todas las empresas y escuelas quieren sobrellevar la pandemia.

“A quién le cabe duda de que las personas en cualquier comuna quieren que esto se detenga”, dice.

“Y las recomendaciones internacionales indican que el conocimiento para que esto pase está en los territorios, que esta es justamente la forma más inteligente de trabajar”, agrega.

La mirada en detalle

El análisis de González y Bacigalupe informa que el peor registro se da en las regiones desde el Ñuble al sur, que tuvieron entre 2,8 y 8,6 más fallecidos por COVID-19 en total en el segundo semestre que los seis meses iniciales.

El artículo, que publicaron hace unos días en CIPER, señala que “el plan paso a paso, que ha primado esta segunda etapa, ha tenido un éxito moderado en la RM y ha llevado a un desastre regional. Es urgente revisar el plan paso a paso, tanto en sus criterios como en las medidas que rigen en cada etapa”.

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