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Vidas que inspiran: “Mi nombre es Clementina…”

Las escasas competencias parentales de padres o cuidadores, en ocasiones, les impide generar mecanismos protectores a favor de sus hijos e hijas, por lo que ellos con sus propios recursos buscan respuestas a sus necesidades de afecto y protección, con resultados no siempre deseados.

Por: Diario Concepción 17 de Noviembre 2018
Fotografía: Clementina

Nací en Chillán, un 24 de diciembre de 1989, como un regalo de navidad. Provengo de una familia de pocos medios económicos, compuesta por mi madre y cuatro hermanos. En los estudios no me iba bien, tenía muchas inasistencias y mis notas no eran buenas. A los catorce años quedé embarazada de mi hija y, sin mucho apoyo, comencé a robar para obtener recursos que nos permitieran mantenernos, salía a la calle para encontrarme con amigos con los que robaba para tener dinero. Fue recién a los dieciséis años que empecé con los problemas con la justicia. Estuve un tiempo en hogares de protección desde donde me fugaba, hasta que me internaron en sistema cerrado en Coronel. Estuve casi tres años allí y lo considero como un tiempo de aprendizaje; me sirvió para madurar y pensar en lo que iba a ser de mí. En ese lugar tenía todo lo necesario para subsistir, pero me faltaba lo más importante, que es la libertad para decidir qué hacer con mi vida. No fue fácil, sufrí mucho, ya que llegué con mi bebe de dos meses y tuve que entregarla a mi madre. Sentí que perdí el derecho a tenerla conmigo, a pesar de que la ley indicaba que sí podía hacerlo, pero luego debí entregar a mi hija en adopción (en un proceso no muy claro). Sufría mucho cuando no tenía visitas, también cuando tenía que salir engrillada a las audiencias y cuando las compañeras peleaban. En momentos de angustia me auto agredía, hoy miro mis brazos y veo las marcas de los cortes y pienso que ¡estarán ahí toda la vida! …

Luego, vuelvo a la realidad, a la casa de mi madre, y a pesar de que seguía habiendo necesidades, no continué delinquiendo. Me refuerza el hecho de saber que soy mayor de edad y tendría que ir a la cárcel, lugar en el que no quisiera estar. Busqué trabajos que, aunque esporádicos, me permitieron mantenerme, seguí cumpliendo con el programa de seguimiento, pase por altos y bajos, hasta que conocí a mi actual pareja, José Luis, con quien formamos una familia, junto a mi hijo Dilan, mi hija Melani, ¡mi propia familia! Tenemos nuestra casa propia, un hogar, me encuentro estable económicamente y quiero terminar mis estudios.

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