El exoesqueleto del recurso clave en la caleta se descarta y su acumulación genera impactos, pero tiene componentes valiosos que pueden extraerse.
La jaiba es un recurso esencial para Punta Lavapié, su extracción y procesamiento es de las principales actividades económicas que sustentan a múltiples familias y grupos de la pequeña caleta de Arauco.
Aunque quedan en grandes cantidades caparazones y otros residuos biológicos que terminan acumulados en playas y otras áreas, transformándose en un grave problema socioambiental: se producen microbasurales, contaminación, malos olores, impactos al entorno y bienestar de personas.
Dar una solución sostenible es un reto urgente. No desechar el exoesqueleto es imposible y es posible aprovechar en nuevos fines. Una propuesta es extraer carbonato de calcio y se estudia la factibilidad para instalar una planta productora a través de un proyecto financiado por el Núcleo Científico Tecnológico de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc).
“Estimamos que se generan alrededor de 9,8 toneladas de residuo húmedo de jaiba al mes en Punta Lavapié. Y no es sólo basura: es un subproducto con valor”, sostiene el doctor Christian Díaz, académico responsable del Programa de Recursos Naturales del Núcleo Científico Tecnológico e investigador del proyecto en el que trabaja junto a la doctora Catterina Sobenes, investigadora alterna, y Skarlett Henríquez, tesista de la carrera de Ingeniería Civil Industrial Ucsc.
El exoesqueleto o caparazón del crustáceo tiene varios componentes, en los principales menciona sales de calcio, proteínas y quitina. Estos tienen distintas características y bioactividades que se traducen en funciones con aplicaciones para distintos ámbitos.
“Las sales de calcio se transforman en carbonato de calcio que tiene una funcionalidad destacada para el mejoramiento de los suelos agrícolas; además, el alto contenido de quitina (entre el 15 y el 40%) abre la puerta a la producción de quitosano, un biopolímero de alto valor comercial”, releva.
En este contexto surge como idea promover la reutilización para obtener carbonato de calcio, revalorizando un residuo orgánico e impulsando la economía circular. Para ello se planteó el proyecto que busca evaluar la prefactibilidad de instalar una planta piloto de pequeña escala para generar el proceso en la caleta.
Sobre la obtención del carbonato de calcio del exoesqueleto, el investigador explica que “se logra mediante un sistema de secado rotatorio para eliminar la humedad, seguido de procesos de triturado, molienda y tamizado”. Así, un desecho que hoy sólo da problema sería un subproducto comercial que da valor agregado a la extracción de la jaiba y nuevos ingresos a la comunidad.
Para determinar si es factible instalar la planta se debe levantar información y analizar diversas aristas, con investigaciones que se realizan este segundo semestre.
Díaz releva entre los objetivos cuantificar y evaluar la composición de los residuos de la jaiba en Punta Lavapié, evaluar el marco normativo ambiental actual, determinar eventuales costos tanto de inversión como mantenimiento y operación, y estimar la rentabilidad potencial.
Como parte de los resultados del proyecto se considera elaborar dos manuales. Un documento es de carácter técnico y especializado, incluyendo buenas prácticas para la valorización de residuos de distintas especies de jaiba presentes en la zona; otro será en formato tríptico y didáctico, dirigido especialmente a mujeres carapacheras de Punta Lavapié.
Sólidas evidencias y experiencias sustentan la propuesta.
El académico destaca que dos estudios para obtener el grado de Magíster en Medio Ambiente en la Ucsc analizaron la composición de los residuos y las normativas ambientales aplicables a una planta en la caleta. Y las investigaciones en el mundo llevan décadas, además que en Chile hay proyectos implementados o aprobados que reutilizan residuos como conchas y caparazones.
Y hay un notable ejemplo local: en Tubul en la comuna de Arauco se implementó una planta piloto para extraer carbonato de calcio desde conchas de la navajuela, molusco clave para la economía local y que generaba similar problema que con la jaiba.
Todo demuestra el potencial del proyecto cuyo éxito podría llevar a materializar un hito para la pesquería de jaibas, desarrollo y bienestar de Punta Lavapié.
“Nosotros juntamos las conchas en baldes y las botamos en la playa, porque no hay un lugar de acopio. Eso genera mucha suciedad y malos olores, sobre todo en verano. Una planta que aproveche esas conchas sería un beneficio para todos, porque evitaríamos contaminación y podríamos trabajar con mayor dignidad”, manifiesta María Cárdenas, carapachera de Punta Lavapié.
Alder Carrillo, buzo mariscador y técnico de apoyo de la Ucsc, sostiene que “la gran cantidad de residuos orgánicos que queda después del proceso de la jaiba es enorme y el camión de la basura no los retira (por los malos olores). Es un foco de contaminación que afecta a toda la caleta. Si logramos transformar ese problema en un recurso de valor, sería un gran aporte para las familias y para el medio ambiente”.