Ciencia y Sociedad

Inclusión social: camino que se recorre distante de la meta, pero con avances

El marco legal en temas como educación y trabajo, además de acciones de distintas entidades, permiten decir que hay logros en términos de accesibilidad y oportunidades para personas con discapacidad. Pero, quedan retos para construir una cultura de todos y para todos.

Por: Natalia Quiero 05 de Diciembre 2020
Fotografía: Andrés Oreña

Promover una sociedad de todos y para todos, es decir accesible e inclusiva, busca la conmemoración del Día Internacional de las Personas con Discapacidad cada 3 de diciembre; coincidiendo con la fecha, se estableció en Chile el Día Nacional de la Inclusión Social y la No Discriminación. Mediante distintas acciones, foco es crear consciencia de que en el país hay muchas personas discriminadas y excluidas por diversas razones, vulnerándose sus derechos, siendo particularmente afectados quienes viven en situación de discapacidad, para avanzar en el reto de construir una cultura nacional de inclusión y accesibilidad.

Desde la institucionalidad, el Servicio Nacional de la Discapacidad (Senadis) es encargado de materializar el trabajo por este desafío para mejorar la calidad de vida de las personas en situación de discapacidad de distintos tipos, que en la Región del Biobío son más de 278 mil, según datos de Senadis Biobío, precisa su directora regional Carola Campos. Con instancias, programas y proyectos tan diversos como las barreras que interfieren en el adecuado desenvolvimiento, participación y bienestar de las personas discapacitadas, tarea es aportar y apoyar concretamente para que se vayan eliminando para lograr la real inclusión en Chile y en la Región del Biobío.

Los avances

Pero, ¿cómo estamos? En su opinión se ha avanzado en distintos ámbitos, como salud, educación, trabajo e infraestructura. Esto, ya sea de la mano de iniciativas de Senadis, servicios públicos u organismos de la sociedad civil o privados que por largos años vienen contribuyendo en la misión desde sus áreas, además de acciones de las propias personas discapacitadas. Así, también, se destacan las políticas públicas y un marco legal que contempla leyes sobre inclusión en educación, laboral y social de las personas con discapacidad, lo que se cristaliza en logros, afirma.

Y lo reconoce María José Vergara, presidenta de la Asociación de Mujeres Ciegas y Baja Visión de Chile. Como persona ciega, ha vivido en carne propia las múltiples dificultades en el acceso igualitario a oportunidades y valora los cambios positivos. Hace años, recuerda, “tuve que rogar para entrar a la universidad”, hasta que logró matricularse en la carrera que deseaba en la Universidad San Sebastián de Concepción. Hoy es educadora diferencial y se desempeña como profesora en Coalivi y es docente universitaria, y voluntaria de Ingeniosas Biobío, y aprecia que haya leyes que permitan evitar lo que vivió “para que las personas con discapacidad ingresen a la universidad, porque la educación es un derecho”.

De hecho, María José Solís, directora del Programa Includec de la Universidad de Concepción (UdeC), celebra que “cada año a la UdeC y universidades en general ingresan más estudiantes con discapacidad”. Y los avances también se materializan (y debe ser así) en la existencia de instancias enfocadas en la inclusión, como la que representa, que funciona desde 2014, entre otras que hay en la UdeC, reconociendo también el impulso de seguir evolucionando. Para ello, desde la Dirección de Docencia se está realizando el proyecto UCO de Mineduc “Fortalecimiento de la política, cultura y práctica de inclusión y atención a la diversidad en la educación superior de la Región del Biobío”, adjudicado recientemente para que “desde la UdeC lideremos un proyecto para generar una política en la UdeC y que buscará que sea transversal a otras instituciones de la Región”, apunta.

Que exista más acceso a la información sobre discapacidad e inclusión y sobre todo interés de parte de la población de aprender al respecto, es destacado por José Lazcano y Eduardo Pérez, intérprete e instructor de lengua de señas chilena, respectivamente, y fundadores de Lense Biobío. “Creemos que eso significa que vivimos en una generación de personas que están más dispuestas y abiertas a conversar sobre estos temas y dialogar”, resaltan. No es un menor, porque todos concuerdan en que la inclusión la hacen las personas para las personas, entonces, los cambios personales la permiten realmente. Y eso no se debe pasar por alto, pues también hay consenso en que queda largo camino por recorrer para llegar a la meta de tener una cultura inclusiva.

Valorar riqueza de la diversidad humana es clave para lograr una sociedad inclusiva

Son tantas las brechas que hay para lograr la real inclusión y accesibilidad en Chile, y el gran reto es “la universalidad de oportunidades”, sostiene María José Vergara. Algo que, opina, parte de la base de “avanzar en sacar la mirada de dolor y asistencialismo, para concientizar que las personas con discapacidad somos personas, no objetos de caridad ni admiración, somos sujetos y sujetas de derecho”, afirma. Y también de deberes, pues también experimentan vulneraciones en ese ámbito.

Derechos y desafíos

Piensa que uno de los “grandes desafíos para las personas con discapacidad son los derechos sexuales y reproductivos. Se cree que no tienen derecho al erotismo, placer y desarrollo sexual como cualquier otra persona. A una persona con discapacidad le pueden quitar a sus hijos por esa condición. Incluso, en Chile se practica la esterilización forzosa”.

La participación y representatividad de las personas con discapacidad en cargos o en política es otro asunto que para la educadora es una gran brecha y la menciona como palpable (anhelando que cambie) en la representación colectiva para crear la nueva Constitución, “nosotros pedimos un 10% y nos están dando 5%”, apunta.
Y pese a que hay una ley, advierte que “una persona discapacitada se demora 2 años en insertarse en un trabajo, porque los encargados de contratar muchas veces no creen en las capacidades y se quedan en la discapacidad, cuando esta es sólo una de tantas características, y las profesiones son igual de valorables”.

Las brechas en el acceso a la información, que es un derecho e incluye el uso de tecnologías y medios digitales, también son evidentes. “Como persona ciega hoy no puedo desde acceder a una noticia relevante hasta a ocio y recreación, porque hoy casi todos son afiches visuales, imágenes o fotos, y son más importantes que la descripción”, afirma. Estos formatos, entre otros, no son legibles por los lectores de pantalla que usan las personas ciegas o con baja visión.

Realidad que también viven las personas sordas sumada a barreras de comunicación por no haber intérprete de lengua de señas en servicios o comercios, en medios de comunicación, en los contenidos audiovisuales de Internet, sobre lo que Eduardo Pérez, parte de esa comunidad, afirma “la pandemia ha dejado en evidencia cómo la información no llega a todas las personas. Tenemos a diario información a nivel local que no cuenta con lengua de señas, lo que como comunidad nos deja fuera del acceso a decisiones importantes que se toman a nivel local e información importante que afecta nuestras decisiones”.

Otro punto, concuerdan Vergara y Pérez, es que si bien existen políticas públicas que podrían impulsar cambios desde la obligatoriedad, la deficiencia está en la fiscalización de que se lleven a la práctica.

Más allá de la discapacidad

La concepción sobre la inclusión es otro desafío que plantean y, tal vez, el más grande, en tanto podría ser la llave maestra para tener una sociedad de igualdad de oportunidades: hay que trascender de un concepto sólo relacionado a la discapacidad. “Y una mirada no pensando en la discapacidad, sino en la inclusión de todos y todas, es el cambio cultural en el que nos queda por avanzar”, afirma Carola Campos, directora de Senadis Biobío.

“La inclusión tiene que ver con aceptar, con respeto, con entender las necesidades del otro” plantea José Lazcano, y eso está lejos de sólo involucrar a las personas con discapacidad. “Cualquier persona podría verse en una situación de desventaja en algún momento por alguna barrera externa”, resalta María José Solís, podría ser discriminación por un tema cultural, por ser indígena, la religión, la orientación sexual o género, o la ideología política, “no sólo por una discapacidad”, asevera.

Lo trascendental es concientizar que somos diversos y que en esa diversidad hay riqueza, no un problema, y valorarla llevará a comprender que la inclusión es de todos y beneficia a todos, coinciden. Una rampa no sólo favorece a quien se moviliza en silla de ruedas, sino también a la mamá que va con coche, a quien anda con su carro de compras, a un adulto mayor o quien se lesionó un tobillo ejercitándose; pero, sobre todo, una actitud de aprecio al ser humano sin importar su condición hará que cada individuo se sienta y sea parte.

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