El desafío de construir una Convivencia armónica en las Comunidades Escolares, es un compromiso de todos los actores que la componen.
Ana Suarez Maass
Psicóloga, Master en Educación Socioemocional y Neurociencias Aplicadas a la Educación
Servicio Local de Educación Pública Andalién Sur
Al momento de pensar en las Comunidades Escolares, la Convivencia Escolar aparece asociada al concepto de conflicto, principalmente asociada a las y los estudiantes, y este año, por contingencia, las y los apoderados. Sin embargo, la Convivencia Escolar, es un concepto más amplio y profundo, que como bien lo define la Política Nacional de Convivencia Escolar “es el conjunto de las interacciones y relaciones que se producen entre todos los actores de la comunidad”, dicho esto, la Convivencia implica afectos, valores, modos y formas en las cuales nos relacionamos y vinculamos, desde todas las esferas de desarrollo personal y social.
Producto de la pandemia, se debilitaron las estrategias de comunicación y relación social, enfrentándonos a situaciones que generaron incertidumbre, miedo y caos; emociones que están dentro de nuestro repertorio, pero asociadas a situaciones que están a nuestro alcance y de las cuales, en alguna medida, tenemos cierto control. El conocer nuestros estados emocionales de manera rudimentaria, dado que, y a pesar de constantemente hablar de estas, no contamos con “educación” en su reconocimiento y regulación, entendiendo esta última como el manejo de diferentes niveles de activación emocional para adaptarse o alcanzar una meta, y de esta forma establecer relaciones nutritivas y empáticas.
Por todo esto, la Convivencia Escolar, incorpora dentro de su definición la resolución de conflictos, pero desde el conocimiento de sí mismo y de la vinculación con su entorno; en el contexto escolar, en como construimos comunidad, fundamentada en el respeto y la responsabilidad del cuidado colectivo. No podemos hablar de Convivencia Escolar, si no consideramos a todos sus miembros como personas que sienten y se expresan, que reaccionan desde sus distintas experiencias de vida, haciendo necesario este encuentro emocional para el bienestar colectivo.
La violencia es una reacción a la frustración, al miedo, a la falta de consideración; por tanto, no puede ser abordada con violencia, sino que, empatizando con la necesidad expresada y reprimida, generar espacios de escucha y acogida, son necesarias para poder “aprender a convivir”, y esto solo se da si estos espacios se desarrollan y fortalecen desde los espacios educativos y familiares.
La convivencia Escolar, es pedagógica porque se aprende, a través de los contenidos curriculares y de las relaciones interpersonales; es sistémica, porque involucra a todos los miembros de la Comunidad Escolar, sus dinámicas e interacciones; es cotidiana porque es un proceso permanente en la vida de las personas; es dinámica porque incorpora los aspectos profundos de las personas, emociones y sentimientos y es ética, porque implica la responsabilidad del cuidado de sí mismo y del entorno, para un buen convivir.
El desafío de construir una Convivencia armónica en las Comunidades Escolares, es un compromiso de todos los actores que la componen, dado que cada Comunidad Escolar es un reflejo de quienes las construyen y de las formas que tienen para relacionarse, interactuar, enfrentar, resolver y sentir.