Señor Director:
El gusto por restringir, limitar y prohibir viene ensuciando y complicando la convivencia humana desde fines del siglo XVIII. Se inició con las primeras utopías sociales que buscaron generar un nuevo orden, siguió con el desarrollo del marxismo como parte de la ideología y floreció ampliamente con las políticas económicas de corte keynesiano de la primera mitad del siglo XX y los intentos de planificación centralizada de la segunda mitad.
Está, por todo ello, inevitablemente inserto en el ADN de los chilenos y no se puede evitar, hasta el punto que restringir, limitar y prohibir forma parte de la “solucionática” de la burocracia e, incluso, de la manera de pensar de personas inteligentes.
Se explica, entonces, que frente al problema del tránsito vehicular sea lo primero a que se apela. No puede ser que la solución de problema equivalga a su postergación, que es lo que significa restringir.
Jaime García Molina