Señor Director:
Los planes reguladores, que son el respaldo de los planos ídem, son para una ciudad, como las fundaciones de un edificio. Sin Plan Regulador, no hay ciudad o pueblo, es solo una agrupación de casas sin estructura reglamentaria. Sin embargo, A veces el caos de la falta de planificación, con los resultados que se tiene a la vista, parece ser mejor, sin embargo son necesarios, mas que por la reglamentación, lo son para tener determinados los usos de suelo de una ciudad, por pequeña que esta sea. En efecto, muchas inversiones publicas y privadas, tienen como incentivo perverso, invertir donde no hay instrumento de planificación. Analice usted ¿Dónde se han producido las mas brutales intervenciones a la naturaleza y a las comunidades humanas históricamente?, justamente en las zonas que carecen de planificación, zonas que “están fuera del límite urbano”, límite que generalmente se hace con un instrumento muy tecnologizado: “el dedo indice”, que deja un fértil territorio para aquellos de narices y oídos agudos para encontrar aquellas condiciones que les permiten realizar sus “Proyectos de inversión” que generalmente los definen como “De beneficio para la comunidad”.
Estas ciudades sin plan regulador y sin sus terrenos con un uso indicado por ley, tienen cero defensa territorial para los estudios ambientales que respaldan a estas beneficiosas inversiones. Urge, entonces, que los gobiernos regionales financien los planes reguladores y envíen a las ciudades en desarrollo, profesionales con experiencia para respaldar su crecimiento, sin cometer los mismos errores que las grandes “Urbes”, que ya no dan más.
Mguel Angel Aguayo Moraga/Arquitecto