Señor Director:
Los ciudadanos chilenos debemos tener muchos genes de don Otto, dada nuestra tendencia a vender sofás antes que enfrentar con anticipación los verdaderos problemas urbanos. Me refiero, por ejemplo, a los conflictos de la congestión del tránsito y su contaminación derivada.
En vez de diseñar con tiempo y como parte de una planificación urbanística con visión de futuro, un sistema integral de transporte público eficiente, eficaz y distribuido, que pudiese reducir los tiempos de viaje y evitar el uso del automóvil privado, creamos uno de pequeños buses y autos colectivos, lentos, inseguros y concentrados en pocas vías, que fomentó la venta de más y más autos (cuestión que se debió asumir como inevitable), para felicidad de las automotrices.
No dejamos de vender el sofá: No repetimos el éxito conceptual de la Av. Paicaví, con pistas exclusivas, sino que improvisamos una Av. Los Carrera igual que las calles de antes. Y ahora, a varias vías estructurantes les agregamos ciclovías que las complican, congestionan, lentifican y obligan a soluciones parche para mantener la continuidad del movimiento.
Las autoridades deberían reflexionar en que si no tienen éxito real, esas ciclovías serán su Transantiago. Los snobs podrán felicitarse por ellas y pedalear con sus hijos los fines de semana, pero las personas de trabajo, que no las podemos usar porque las distancias que recorremos son largas, las detestaremos.
Jaime García Molina