Carta al director

Retratos de Aurora: Derecho a la Dignidad

Por: Diario Concepción 02 de Diciembre 2017

Hola querido lector. ¿Cómo está empezando el último mes del año? Se vienen las fiestas, los abrazos, los saludos y los buenos deseos para otros 365 días más. Sin embargo, si uno se pone a pensar, y recuerda el mismo día en diferentes años, algo lo hace especial, algo lo hace distinto.  La Aurora, por ejemplo, en este momento, este mismo sábado se encuentra haciendo eso, buscando su día, una fecha que la represente, que le reafirme la identidad que tiene. ¿Y en dónde la esta buscando? En sus propios recuerdos, en sus propios hijos, en esos que con uñas y dientes no la quieren dejar.

A veces creo, querido lector, que la calle Esmeralda o la línea del tren son como portales del tiempo. Mientras de la línea para Concepción se discute que opción será la mejor para el país, sin saber con qué van a comprometerse. De este lado, mirando al río, hacen un plebiscito ciudadano para festejar un cumpleaños. Cuando en una oficina creen jugar a los legos con la ciudad y el destino de sus vecinos, de este lado se preocupan de tener poblaciones más lindas y amigables con el medio.

Escuchaba en estos días en Radio Bío Bío hablar sobre las familias aurorinas que serán erradicadas en poco tiempo. Dan fechas sin comprometerse mucho: “que dentro de los próximos diez días”, “que faltan ajustar algunos documentos”, “que…”. Todas son inseguridades. ¡Si todavía no tienen ni conectado el alumbrado público! ¡Y quieren llevarse a las familias así! Las tienen esperando con sus casas embaladas.

Mañana domingo se comienza a cumplir el 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Setenta años que muchos a lo largo de todo el mundo decidieron que la equidad, la justicia y la dignidad humana eran derechos indiscutidos.

¡Setenta años nos llevó pensar que todos somos iguales! ¡Setenta años para entender que un trabajo digno, una educación de calidad y una salud responsable por parte del Estado no son bienes de consumo!

No quiero ni recordar ni ponerme a hacer algún punteo de las promesas de campaña, pero creo que muchos de estos conceptos se repiten y mucho en los discursos presidenciables.

Pero la gente se cansa, la gente quiere hechos concretos con cambios reales. Y no pide mucho. Sólo quieren vivir feliz. Vivir bien. Que uno trabaje para disfrutar su casa y su familia. Que los niños y niñas vayan a una escuela que los eduque para la vida, y que no tengan que quedarse de “4 a 7” porque sus mamás todavía no llegan a la casa.

Y la Aurora lo sabe en carne propia. Sus hijos no esperan nada de nadie, lo hacen solos. A pulso, como su suelo.

Hoy los aurorinos se reunieron como hace setenta años lo hicieron representantes de muchas partes del mundo después de la segunda Gran Guerra para redactar en más de 500 idiomas lo que es obvio. Pero a veces lo obvio no se ve, aunque esté frente a nuestros ojos.

Por eso la Aurora no espera, ni pide permiso. Ella lo hace porque hay que hacerlo. Es un deber para con sus vecinos. Y es un derecho de los criados y nacidos allí. Saber cuál es su fecha de aniversario, tener un día para festejar a los que pusieron los primeros palafitos, a los que rellenaron a carretillas las orillas del río, a las mujeres que perdieron sus hijos por vivir en condiciones inhumanas.

¡Ojalá cuando se cumplan los 100 años de los Derechos Humanos! No nos tengamos que arrepentir de haber faltado seguidamente a ese compromiso.

Creo que a los políticos no habría que hacerlos jurar sobre la Constitución o la Biblia, habría que hacerlos comprometerse sobre esta Declaración, la que guarda el respeto y los sueños de todos.

¡Hasta el próximo click!

 

Walter Blas

Foto: Archivo familiar Sra Inés Oliva.

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