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Carta al director

Adiós maitén

Por: Diario Concepción 15 de Agosto 2017

Señor Director:

Escribo esta carta con profunda tristeza e impotencia, como testimonio del dolor que nos ha tocado vivir como familia este fin de semana. Hemos sido testigos una vez más, de la indiferencia hacia el bienestar comunitario, hacia el amor por la naturaleza y lo que va quedando de ella y hacia el respeto básico por el prójimo. Esto ha sido la “crónica de una muerte anunciada” del orgullo de mi madre: nuestro querido maitén, árbol de origen nativo que fue plantado por ella al llegar a la casa donde crecí en O´Higgins 1160 interior, hace más de 35 años. El maitén de mi madre, ha sido testigo del crecimiento de la ciudad, ha presenciado la construcción de edificios de más de 20 pisos en su entorno, cobijando siempre el jardín donde habita y haciendo a su vez de biombo natural y hogar para los cientos de pájaros que anidan en este pequeño oasis en medio de la ciudad. El maitén fue siempre celebrado por todos los que visitaron la casa de mis padres, incluso, ganando un premio en el concurso “Un gigante en mi jardín”, otorgado por la Facultad de Ingeniería Forestal de la Universidad de Concepción en el año 2013.

Hace aproximadamente tres semanas comenzaron los trabajos para construir un nuevo edificio de 6 pisos en el terreno contiguo. Para esto, se les permitió la remoción de la pandereta que separaba el terreno de mis padres con el de la construcción, otorgándoseles incluso permiso para correr el límite un metro hacia adentro de la propiedad (y así facilitar la construcción considerando lo estrecho del terreno) con la única condición de que tomaran las precauciones necesarias para proteger el maitén y sus raíces de la mejor forma posible. Pues bien, luego de aceptar esta condición, la orden de excavación se hizo, como si el árbol no existiera, cavando y rompiendo sus raíces sin ningún reparo. Esto trajo como consecuencia el derrumbe de nuestro querido árbol sobre la casa de mis padres, durante la tormenta del sábado recién pasado.

Aparte del daño material y moral que con este hecho se produjo, existe un daño aún más grande que es irreparable e irreversible y que se gesta a través de la violación consciente de un bien natural cargado de simbolismo: la caída de la confianza al tratar de llegar a acuerdos que beneficien a ambas partes y de vivir en comunidad respetando los intereses mutuos. Con esta acción nefasta, soberbia y grosera de una empresa inmobiliaria irrespetuosa, se termina de sepultar lo anteriormente mencionado. No hay demanda que repare el daño que aquí se hizo.

Ana I. Bonifetti Dall´Orso

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