Por este absurdo hedonismo, ya no se confía en nadie, ni en la institucionalidad ni en nuestra comunidad.
Un nuevo pacto civil no sólo es posible, sino imprescindible para la construcción del Chile del siglo XXI.
Es más que necesario que, al definir los criterios, no se fomente el odio, las divisiones o el negativismo, sino por el contrario, recomponer las confianzas y fortalecer las bases de la vida institucional.
Se inicia un período complejo de negociaciones sobre las relaciones futuras entre ambos, una vez terminado el período de transición. Lo más difícil comienza recién ahora.
La única forma de poder competir en libertad es con la colaboración de todos los miembros del mercado.