
La historia de las pandemias muestra que la recuperación requiere tiempo. El impacto biológico puede ser detenido con la aplicación de una vacuna, pero los efectos psicológicos, sociales y económicos suelen exigir plazos dilatados.
En cuarentena, lo más probable es que las vacaciones sean en casa y con actividades de ocio a poca distancia de los hogares. No es el panorama esperado, pero se ha convertido en una realidad ineludible debido al avance de la pandemia.
Muchos buscarán argumentos para explicar cómo llegamos al actual escenario. Puede haber responsabilidad de la ciudadanía. También pueden existir fallas en la gestión de la crisis sanitaria. No es hora de buscar culpables, sino de crear conciencia de que mientras más personas sigan exponiéndose a los contagios, más tiempo durarán las medidas restrictivas.
Personal médico, de enfermería, técnico y de servicios comprometen diariamente, y con sacrificio, su propio bienestar por el cuidado de la salud de los demás.
El incumplimiento sanitario no es una exclusividad nacional, sino que ocurre en muchos países. La solución ha sido la misma: campañas para conscientizar la ciudadanía, mayor dureza en las sanciones y reforzamiento de la fiscalización por parte de las autoridades.
Posiciones antagónicas están enfrentadas frente a una materia de repercusión económica, social y ambiental. Deben primar los argumentos con base en las investigaciones.