Política

Sinceramiento de la desilusión ciudadana

Se ha insistido, por parte del ejecutivo, que las reformas siguen adelante y que no se ha reconocido la trascendencia histórica de las medidas, cuando la vox populi indica que el espíritu de las iniciativas está en la dirección correcta, pero no así las velocidades y la calidad de las propuestas.

Por: Diario Concepción 23 de Agosto 2016
Fotografía: imagenPrincipal-3553.jpg

Por supuesto que no ha escapado del general comentario las marcas en descenso de la popularidad del Gobierno y sus integrantes, alcanzando a la clase política. La ciudadanía continúa manifestando con voz cada vez más clara, que no es así como se deben hacer las cosas, que el compromiso cada vez más incomprensible de llevar adelante las reformas en tiempo acotado, pasando por encima de recomendaciones y resguardos, resulta en más rechazo que aceptación, con amplísima diferencia entre ambas posiciones.

La Primera Mandataria registró solo un 15 por ciento de aprobación, mientras que la nota a su gestión fue de 3,3 de acuerdo a la última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP). Esta encuesta reveló una alta desaprobación a la gestión del Gobierno, con un 66 por ciento de rechazo y de la política en general. Si se evalúa por coalición, la Nueva Mayoría obtuvo un 8 por ciento de aprobación y Chile Vamos un 10 por ciento. Las cifras son de suyo inquietantes y elocuentes como para describir a la coalición oficialista como la peor evaluada desde el retorno a la democracia.

Este resultado establece una marca que mueve a reflexionar, el coordinador del Área de Opinión Pública del CEP, informa que la encuesta contiene las mismas preguntas que se han venido haciendo desde 1990 y nunca habían mostrado resultados tan negativos. Aun así, para el ciudadano común, este resultado no tiene mucho de sorprendente, puede ser que se esperara algo así como permanecer con un nivel bajo de aceptación, pero sin seguir bajando y este nuevo indicador no sea otra cosa que enfatizar lo que para la mayoría, salvo, tal parece, el Gobierno, estima como un mensaje para cambiar el curso de las cosas.

Se ha insistido, por parte del ejecutivo, que las reformas siguen adelante y que no se ha reconocido la trascendencia histórica de las medidas, cuando la vox populi indica que el espíritu de las iniciativas está en la dirección correcta, pero no así las velocidades y la calidad de las propuestas.

Por otra parte, se suman circunstancias negativas, uno de los factores que aumentó considerablemente es la percepción sobre la corrupción en la política, el año 2006, las encuestas indicaban que un 16 por ciento creía que sólo algunos y un 14 por ciento opinaba que varios de ellos, en la actualidad, el 50 por ciento de los encuestados cree que todos o casi todos los políticos estarían involucrados en casos de corrupción.

Es claro que se espera un mensaje diferente al que se ha venido repitiendo, para empezar, una mayor consideración al orden de las prioridades: mientras el Gobierno se ocupa de las incidencias de una reforma educacional y de enfatizar la importancia de los cabildos en el proceso constituyente, esos temas son desplazados en la opinión pública por una creciente sensación de inseguridad ante la delincuencia o problemas acuciantes en los sistemas de salud.

La presencia de esas dificultades ha opacado otras iniciativas necesarias, como la descentralización, un cambio en la concepción de la estructura del territorio, una idea positiva y enriquecedora que se ha dejado abandonada a pesar de la fuerte argumentación y las favorables declaraciones del inicio.

El país tiene lo que se necesita para salir adelante, se espera la sensibilidad de los actores políticos para interpretar debidamente lo que la opinión ciudadana da claramente a entender.

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