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Opinión

Retroceder nunca

No hay duda que el respeto a la vida, a la libertad, a la igualdad ante la ley y a la propiedad, entre otros, constituyen pilares para la convivencia social.

Por: Diario Concepción 18 de Agosto 2023
Fotografía: Cedida

Florencia Alvez Marín
Abogada-Colectiva Justicia en Derechos Humanos

El constante movimiento noticioso en el ámbito político contrasta con el estancamiento del diálogo entre gobernantes y la inexistencia de acuerdos y avances en favor de los gobernados.

De fondo se escucha, como música en una sala de espera, los dimes y diretes de un consejo constitucional que no ha logrado conectar con la ciudadanía, y que nos sorprende con propuestas que retrotraen la discusión al origen mismo de los movimientos constitucionalistas.

¿Para qué existen las constituciones?

Para organizar la vida en sociedad, establecer los pilares de la estructura política y fijar el marco en el cual los órganos del Estado actúan legítimamente. Los derechos humanos, atributos inherentes a todas las personas que por su relevancia son escriturados en las Constituciones y en Tratados Internacionales, constituyen parte de ese marco.

Desde el establecimiento del primer catálogo de derechos humanos, en 1948, los Estados democráticos han consagrado en sus ordenamientos aquellos derechos que se consideran fundamentales. No hay duda que el respeto a la vida, a la libertad, a la igualdad ante la ley y a la propiedad, entre otros, constituyen pilares para la convivencia social, y no concebimos un Estado que no los reconozca y garantice. Así, conforme avanza y cambia la vida en sociedad, surgen nuevos bienes valiosos que deben ser protegidos, como ha sucedido con el derecho a un medio ambiente sano o con ciertos derechos vinculados a la tecnología.

La consagración normativa de dichos derechos no los crea, solo los reconoce. Se materializa así el marco normativo que nos permite vivir considerándonos seres con dignidad, y armonizando la vida en sociedad. Por esto, una vez que dicha consagración se produce, no es posible retroceder y desconocer su existencia por hechos circunstanciales o vaivenes políticos. Es lo que se denomina principio de progresividad y no regresividad de los derechos humanos.

Cuando todo parece discutible y opinable y se ponen en duda acuerdos asentados por décadas, vale la pena recorrer la historia, las causas y efectos del avance civilizatorio que constituyen los derechos humanos, y con una mirada amplia – que recorra el pasado, el presente y el futuro- seguir avanzando.

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