ALEJANDRA BURGOS BIZAMA
Alcaldesa de Curanilahue
Hace tres años se percibía un ambiente de cambios y, aunque muchos no lo vieran venir, fue el pueblo de Chile que dijo basta a los abusos, a la delincuencia de cuello y corbata, y a una elite política que nos conducía a las tinieblas. Estudiantes, trabajadoras y trabajadores, dueñas de casa, agrupaciones y organizaciones socioambientales, organizaciones de mujeres nos autoconvocamos en uno de los procesos de revuelta social más profundos de la historia reciente de Chile y el mundo.
Todo análisis de la contingencia -en espacios públicos y privados- daban cuenta de que la Constitución Política de Chile impedía cambios estructurales y profundos. En la calle logramos visibilizar que la Constitución actual no resuelve ni resolverá nuestras demandas, que no prioriza lo que nos interesa a todos y todas, y tras la crisis, recuperamos nuestro derecho a tomar acción para pensar en el Chile de hoy y en el de mañana. Chile se prepara para iniciar un proceso de profundos cambios, a partir de la construcción más democrática de que se tenga memoria, con miles de organizaciones participando directamente en las sesiones de discusión del nuevo texto constitucional.
Pero, ¿qué es lo que realmente se juega este 4 de septiembre? ¿Por qué nos infunden miedo? El plebiscito de salida es nuestra corona de libertad, aprobar es el sello de nuestro derecho a decidir, dejando atrás el puesto de espectadores para tomar protagonismo, asumiendo desafíos y la responsabilidad de un país justo. Miedo tienen los empresarios que depredan nuestras vidas y a la tierra, políticos que viven del sistema, por eso llaman abiertamente a que rechacemos el avance que la propuesta nos ofrece. Si esto no fuese realmente trascendente, y la propuesta no estableciera tan profundos cambios a las relaciones entre el poder económico y el poder político, ¿habría tanto involucramiento de la elite dominante en este proceso? Hoy, ha llegado el momento de hacernos cargo de nuestro destino, como pueblo no debemos aceptar, nunca más, que un reducido y adinerado grupo de personas, conduzcan nuestras vidas, la de nuestros nietos, la de la naturaleza, y se apoderen de nuestro derecho a la libertad, a decidir y tomar acción.
En algunos años, miraremos atrás y estaremos orgullosos de haber tomado acción, de involucrarnos en los cambios, de otorgarnos libremente esta Constitución, acordada en un proceso participativo, paritario y democrático. Les invito a tomar nuestro momento, y aprobar esta propuesta que permitirá transformar Chile, y transformar el mundo.