Opinión

Chile entre la República y el Identitarismo

Al ejercicio de la libertad subyace el más humano de los rasgos, la expresión de la identidad individual o colectiva y no es otra que La República, la que dignifica e iguala el derecho de las personas a expresarlas en una sociedad, pluralista, inclusiva y tolerante.

Por: Diario Concepción 08 de Abril 2022
Fotografía: Diario Concepción

Augusto parra
Presidente Fundación República en Marcha.

La encrucijada está marcada por una coyuntura histórica que parece ofrecer una oportunidad para hacer justicia e incluir a distintas minorías tradicionalmente excluidas de la toma de decisiones en una dimensión publica que de una u otra forma para los excluidos parecía cooptada por una mirada y una narrativa hegemónica y excluyente que tendía a invisibilizar algunas expresiones identitarias.

Las repúblicas modernas están por sobre la idea de superar a las monarquías absolutas y ser gobernadas por periodos limitados de tiempo y a partir de mandatos fundados en el derecho y dotados de funciones específicas. Pues deben conjugarse con las ideas de la libertad e igualdad como elementos distintivos de la condición fundamental de la ciudadanía, apartar toda forma de tiranía, a partir del soporte de un Estado de Derecho incompatible con toda forma de discrecionalidad en el ejercicio del Poder. Entonces podemos hablar de democracias republicanas fundadas en sutiles equilibrios que dan forma a un complejo sistema y un entramado político, social e institucional que hace posible la convivencia colectiva, la paz y la cohesión social, a partir de la representación del sentir de las mayorías, pero sin nunca descuidar el derecho de las minorías.

Para algunos filósofos modernos como Philip Petit, la idea de la igualdad ante la ley podría ser insuficiente para garantizar la libertad de aquellos que podrían encontrarse sometidos a alguna forma de Poder arbitrario, una dueña de casa con dependencia económica de su conyugue, el consumidor común ante la concentración económica o el monopolio del mercado o cualquier persona susceptible de abuso o discriminación arbitraria, fácticamente. Y de ahí entonces surge la idea de avanzar hacia derechos sustantivos, que estén por sobre el mínimo jurídico de la igualdad civil y política.

El pasillo para asegurar la libertad, como sugieren Robinson y Asemouglu sin duda es estrecho y requiere una asimilación frágil y delicada que reposa sobre sutiles equilibrios que parecen ausentes del debate binario y precario en el que estamos absortos, pues se trata de apartar toda forma de discrecionalidad y abuso en el ejercicio del Poder que pueda amenazar la libertad y en ese supuesto la igualdad ante la ley y democrática, ante los desequilibrios de Poder en la sociedad no podrían constituir un fin en sí mismas, pero si principios y principios ineludibles, sobre los que podemos aplicar algunas correcciones que contribuyan a disipar los desequilibrios de Poder, pero en ningún caso instalarse por sobre la igualdad jurídica y democrática, ni menos aun remplazarlas, para sobre representar a alguna minoría, pues en ese supuesto remplazaríamos el anhelo de un futuro inclusivo y cohesivo, por uno fragmentario que podría clausurar los cimientos de la ciudadanía y la democracia.

Al ejercicio de la libertad subyace el más humano de los rasgos, la expresión de la identidad individual o colectiva y no es otra que La República, la que dignifica e iguala el derecho de las personas a expresarlas en una sociedad, pluralista, inclusiva y tolerante. Que da forma a una patria una sola patria.

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