Abraham Quezada Saldías
Abogado. Magíster (C) en Docencia para la Educación Superior.

Uno de los grandes problemas que se ha visibilizado constantemente en los distintos territorios es que su voz no se escucha. La excesiva burocratización y la falta de conexión con la diversidad geográfica se siente y mucho: las demandas vinculadas a una descentralización efectiva se han hecho presentes a lo largo de los años.
Nuestra actual Constitución en su artículo tercero señala que Chile es un Estado unitario y que la administración del mismo será funcional y territorialmente descentralizada, o desconcentrada en su caso, de conformidad a la ley. Si bien esta consagración constitucional da a entender que la descentralización es la vía de solución de los problemas locales, la realidad demuestra todo lo contrario.
Por lo mismo, el trabajo que levanta la Comisión de Forma de Estado de la Convención Constitucional resulta interesante, toda vez que esta semana aprobó en particular una serie de preceptos que recogen un nuevo paradigma de vincular al Estado de Chile con su pueblo, su territorio y el poder, a la que se denomina Estado Regional.
Esta forma de Estado no resulta algo nuevo a nivel constitucional: por una parte recoge aspectos propios de las Constituciones de España e Italia, adaptándolas a la realidad local, y por otra, abarca otros nuevos aspectos a fin de sellar la propuesta. Es así como se busca que el Estado sea conformado por diversas entidades territoriales: las regiones autónomas, las comunas autónomas, las autonomías territoriales indígenas y los territorios especiales, fundándose en los principios de autonomía y de solidaridad interregional.
Prescindir del término descentralización en la propuesta normativa no implica en absoluto omitir la concreción de las respuestas a las demandas sociales, sino que por el contrario, optimiza la visibilización de los problemas territoriales, a través de la búsqueda de la autonomía, sin olvidar que Chile, en su diversidad geográfica, natural, histórica y cultural, forma un territorio único e indivisible, con una sola Carta Fundamental.
Es así como las regiones autónomas tendrán una serie de competencias que la Constitución determina, estableciendo un campo de acción en ciertas materias, propendiendo a una mayor adaptabilidad a las distintas realidades.
Que las regiones autónomas cuenten con un órgano representativo como lo es la Asamblea Legislativa Regional, permite que cada una de ellas cree leyes sobre materias específicas de incidencia regional, contrarrestando el centralismo que nos ha hecho tan mal en la toma de decisiones.
Todo lo anterior demuestra que se busca avanzar desde la idea de la descentralización y la lleva al siguiente nivel, siendo un interesante desafío el Estado Regional, ad portas de la votación en el Pleno de la Convención.