Opinión

El post 18 y la culpa

En un país que está segundo en la mayor cantidad de población con sobrepeso u obesidad de la OCDE, la culpa no puede tener cabida. Lo que hay que hacer es mejorar la relación con el alimento.

Por: Diario Concepción 22 de Septiembre 2021
Fotografía: Cedida

Oscar Barrera Marengo
Médico, postgrado en nutrición y cocinero profesional.

En su libro “En Defensa de la Comida”, Michael Pollan nos cuenta de un experimento en el cual se le puso las palabras “torta de chocolate” a un grupo de personas y vieron con qué término lo asociaban. Mientas los estadounidenses lo relacionaron con la culpa, los franceses lo hicieron con el término celebración. Y es que los “Chicago Boys” no solamente nos dejaron el modelo económico del país del norte, sino también su forma de alimentación y relación con la comida.

Tanto antes como después del 18, los medios de comunicación se llenan de mensajes del tipo “¿cómo hacer détox?” o “¿cómo bajar los kilos ganados?”. Esta vinculación intrínseca de la comida celebratoria con la culpa induce en la gente trastornos de la conducta alimentaria. Se ve al alimento placentero y del recetario nacional como algo que debe moderarse, ya que trae consecuencias negativas para la salud.

Desde una perspectiva fisiológica, este sentimiento no tiene asidero. En el cerebro existe un área llamada “adipostato” que, junto con otros mecanismos, mantienen más o menos estable nuestro peso y el porcentaje de grasa corporal. Mientras no se haga un consumo excesivo de forma permanente, el cuerpo no cambia en gran cuantía. Son los hábitos sostenidos en el tiempo los que van a determinar nuestra salud. En ese sentido, una fiesta que representa menos del 1% de los días del año no va a ser un factor decisivo de nuestra nutrición, si no cómo vivimos en el día a día.

Por otro lado, tenemos que entender que el alimento no sólo es un conjunto de nutrientes y cierta cantidad de calorías por porción, es un objeto que representa simbolismos, cultura y valores para los consumidores. Luego de un año y medio de pandemia, en el cual por fin estamos con cifras positivas, estas Fiestas Patrias se convirtieron en el momento para reencontrarnos. Y la comida es el vehículo ideal para demostrar cariño y convocar ¡No le pongamos un juicio valórico y culpa a lo que tanto anhelábamos y que por fin llegó! Y, en un contexto de crisis social en el cual los pilares de la nación se están poniendo en cuestionamiento, la comida es uno de los pocos elementos que nos unen transversalmente y nos permiten sentirnos parte de Chile.

Finalmente, en términos nutricionales, una dieta denominada saludable incluye el pilar de la variedad y estos “desórdenes” son permitidos. No hay que buscar hacer la versión sana o fit de la empanada o la sopaipilla. Más bien disfrutémosla tal como es en ese momento y luego sigamos con el día a día atesorando la sensación de lo reconfortante que fue su consumo y lo maravilloso del contexto. Aquí las redes sociales han jugado un rol crucial puesto que abundan influencers sin conocimientos haciendo recomendaciones que no hacen más que atentar contra la salud física y emocional de las personas.

En un país que está segundo en la mayor cantidad de población con sobrepeso u obesidad de la OCDE, la culpa no puede tener cabida. Lo que hay que hacer es mejorar la relación con el alimento. Esto se hace en base a conocimientos nutricionales con evidencia, el ensayo y error de cocinar tu propia comida, la mejora de los estilos de vida gracias a políticas públicas que lo permitan y no negarnos nunca el placer. Y es que una población bien alimentada y que disfruta solo puede construir una sociedad mejor.

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