Opinión

Cuidar la Democracia y las Instituciones Republicanas

Es tiempo de elevar el debate, cuidar la democracia y las instituciones republicanas, como único camino posible para afirmar un futuro común y una vía posible al desarrollo y el progreso.

Por: Diario Concepción 30 de Abril 2021
Fotografía: Diario Concepción

Augusto Parra Ahumada
Presidente Fundación República en Marcha.

La semana política ha propinado duros golpes a la ya muy frágil democracia y sus instituciones sometidas a tensión y a ofrecer respuestas desesperadas ahí donde se ha ausentado el diálogo y la capacidad de alcanzar acuerdos en materias que deben ser políticas de Estado.

La simplificación de un debate poblado de slogans, prejuicios y monsergas como uno de los síntomas del deterioro de la política puede llevarnos por un camino que puede ir presentando una creciente incompatibilidad con la democracia, la razón, la ciencia y puede también resentir las posibilidades de progreso y rezagar los anhelos de alcanzar un mayor desarrollo.

A ratos la imposición altisonante de narrativas carentes de base epistemológica y de carácter dogmático hace trastabillar a la razón y también la libertad de pensamiento como consustancial a la democracia, conduciéndonos al riesgo incluso de la aberración voluntariosa y ramplona.

Por citar algunos ejemplos, podemos constatar a raíz del desfonde del actual sistema previsional, como algunos sugieren su remplazo por un sistema de reparto, que parece responder a las características de la era de la industrialización (segunda revolución industrial) con una gran masa laboral activa y con fuentes laborales estables, en este tipo de sistemas el aporte del sector activo permite cubrir las pensiones del sector pasivo. Sin embargo, no parece responder a las características de la cuarta revolución industrial marcada por una gran fuerza laboral susceptible de remplazo a manos de la Inteligencia artificial, la automatización, la robótica y el shock de presencialidad acelerado por la pandemia, entre otras tecnologías emergentes. El BID sitúa en un 54% los empleos reemplazables. Precarización y grandes lagunas previsionales no harían sostenible un sistema de reparto, lo que en ningún caso significa que no sea necesario perfeccionar e incluso avanzar hacia un sistema mixto o con pilares solidarios para mejorar la calidad de las pensiones y orientar el sistema a la capacidad de ofrecer respuestas a los retos que impone la cuarta revolución industrial y sociedades crecientemente longevas.

Cosa similar ha ocurrido en estos días con el debate en torno al TC que es un órgano fundamental y consustancial de la democracia que asegura dignidad jurídica a la constitución.

El control de constitucionalidad o la inaplicabilidad entre otros roles fundamentales se aplica en 176 de 196 países del mundo y 103 tienen algún tribunal o corte especializada y en otros casos recae la función en la corte suprema como EE.UU o Argentina.

Se podría discutir en el proceso constituyente la composición o la forma de elegir a los integrantes en la búsqueda de legitimar al máximo su acción, pero quienes puedan pretender eliminarlo no aprecian el valor de la democracia y más bien podrían adherir a una suerte caudillismo o dictadura proletaria impuesta por mayorías circunstanciales carentes de contrapesos que no aseguraría el derecho de las minorías y que como decía Aristóteles podrían abrir paso a la barbarie, al primar el “Imperio de los hombres por sobre el imperio de la Ley y del Derecho”, que es la forma de aceptar la arbitrariedad como forma de relacionarnos en una ya muy frágil convivencia colectiva.

Es tiempo de elevar el debate, cuidar la democracia y las instituciones republicanas, como único camino posible para afirmar un futuro común y una vía posible al desarrollo y el progreso.

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