Opinión

Concepción, patrimonio e identidad industrial

Acercar la historia a las personas y a los niños mantendrá el orgullo por un pasado constructor de nuestra actualidad. El desafío está en valorar el desarrollo y relevar la actividad industrial transformando ruinas en testigos vivientes de un floreciente pasado que no puede ser olvidado.

Por: Diario Concepción 18 de Febrero 2021
Fotografía: Cedida

Jürgen Carrasco
Director del Área de Administración Inacap.

Quienes han tenido la fortuna de haber nacido y crecido en la ciudad de Concepción (La Concepción de María Purísima del Nuevo Extremo), han podido ver como desde sus entrañas han surgido la poesía, la música, los movimientos sociales, la política y el desarrollo de nuestro país en muy distintos ámbitos. Es así como, últimamente, se ha denominado a la ciudad “la Cuna del Rock”, teniendo como actividad emblemática Rock en Concepción (REC), que año a año convoca tanto a melómanos penquistas, como de muchas otras ciudades del país.

Si se escarba un poco más en la historia de la ciudad, se encontrará, además del arte como actividad siempre presente y evolutiva, un pasado boyante en la actividad empresarial y manufacturera. Lamentablemente esta función industrial tuvo que enfrentarse a una competencia agresiva, lo que llevó -a no pocas empresas- a reducirse hasta desaparecer, por no poder soportar una economía globalizada.

Aunque ya no estén presentes, constituyen un patrimonio industrial que desde la lejanía del tiempo no se ha visto rescatada de un recuerdo que se desvanece en el tiempo, ni concretada en un memorial de la actividad industrial de la ciudad.

Si miramos al pasado notaremos que tras su desaparición muchas fábricas e industrias quedaron en el abandono, transformándose finalmente en ruinas. Otras tantas han servido como áreas de desarrollo inmobiliario y comercial. De las que no han corrido la suerte de incorporarse a la actividad económica y se han perpetuado en el olvido, se puede recordar a algunas de ellas que sin duda activarán el recuerdo de los mayores o de los estudiosos de la historia. En un simple trayecto como el de cruzar desde Concepción a San Pedro de la Paz, formaban parte del paisaje los estanques de la Compañía de Gas de Concepción fundada en 1887 y que dejó de funcionar en la década del 90. Continuando el viaje, y pasando por el paso sobre nivel para conectar con el “Puente Viejo”, se podía divisar la empresa de calzados Caprice (Andrés Bello 113), fundada por la familia Poch en 1927 y Paños Bío-Bío fundada en 1919 y cerrada en 2010. En las inmediaciones, hacia Pedro de Valdivia, se observaba imponente la cervecería Keller fundada en 1874 fusionada con la cervecería Otto Schleyer de Talca que formó la Sociedad de Cervecerías de Concepción, que fue adquirida por la Compañía de Cervecerías Unidas (CCU) y que en la actualidad es propiedad de Arauco. Continuando hacia Chiguayante, se erigía imponente en su actividad productiva de papel, cartón y cuadernos la fábrica Schaub, fundada en 1897, que cesó su actividad en 2010 y se encuentra en un ingrato abandono. En Tomé, Paños Bellavista, fundada en 1865 y que funcionó hasta el 2007 confeccionó los tejidos que vistieron a los soldados que combatieron en la Guerra del Pacífico. De vuelta en el centro de la ciudad, se continúa observando el pasado ruinoso de empresas como Gacel, fundada en 1950 y cerrada en 2011, el Molino Santa Rosa fundado en 1890 con operaciones hasta 2016, la cristalería Schiavi que funcionó desde 1922 hasta 2005.

Pero también se cuentan entre las actividades industriales otras que fueron motivos de relatos épicos como la de Herman Melville (Moby Dick), inspirada en la obra de Jeremiah Reynolds, aparecida 12 años antes (Mocha Dick). Esta última transcurrió en las costas de Concepción con la isla Santa María y Mocha como escenario. En este aspecto, son las balleneras Macaya (Isla Santa María) y Macaya e Hijos (Chome), mudos testigos de una actividad fundamental entre el siglo XIX y XX para la economía de nuestra ciudad y país.

Así, con un leve vistazo a la historia industrial de Concepción se puede asegurar que estas actividades que emplearon a miles de personas y fueron responsables del crecimiento de la ciudad constituyen un patrimonio que, al menos en las empresas antes mencionadas, se encuentran en ruinas u olvidadas.

Este pasado de una actividad industrial efervescente también constituye identidad regional que se arraiga en las familias que nos precedieron y que muchas de ellas lograron desarrollarse en lo personal, económico y social, avanzando en la movilidad, aprendiendo oficios e incorporando competencias para encarar al progreso. Lamentablemente, estas actividades duermen en los libros de historia o conforman ambientaciones para novelas sin ser reconocidas y valorizadas como lo que son: patrimonio industrial de Concepción con un alto potencial identitario penquista.

En lugar de sólo ruinas abandonadas, los espacios podrían servir para rescatar las actividades como museos temáticos. Así ocurre en otros lugares en el que la historia de las ciudades logra el respeto por un pasado de sacrificio fértil y evoca los inicios que las hicieron crecer.

Como una manera de agradecerlo existen en otros países asociaciones que mantienen vivos ese pasado industrial: el Museo de la Siderurgia (Asturias), la Asociación de las Chimeneas y el Patrimonio Industrial de Málaga, o en Estados Unidos, los museos en Nantucket o New Bedford en los que se conserva con orgullo su pasado ballenero.

Acercar la historia a las personas y a los niños mantendrá el orgullo por un pasado constructor de nuestra actualidad. El desafío está en valorar el desarrollo y relevar la actividad industrial transformando ruinas en testigos vivientes de un floreciente pasado que no puede ser olvidado.

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