Opinión

Participación de independientes y ciudadanía

Si queremos que este proceso constituyente sea algo más, precisamente hay que mantener el ejercicio responsable de la participación en todas sus formas.

Por: Diario Concepción 16 de Octubre 2020
Fotografía: Cedida

Nicolás Díaz Carrillo
Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales
Colectiva – Justicia en Derechos Humanos
Corporación y Oficina Jurídica

Se observa que aún hay desconfianza y es natural que así sea. Son 30 años. El problema es que cuando la desconfianza es la emoción que va aparejada a la denuncia de un proceso que “no asegura una legítima participación ciudadana” (independiente, popular, como quiera llamársele), el eco que aquella desconfianza produce es desincentivar la misma participación que la denuncia pretende reivindicar.

Post octubre de 2019 no cabe duda de que transitamos hacia un paradigma en que “lo político” no puede ser patrimonio exclusivo de élites partidistas, intelectuales, culturales o socio-económicas. Y digo “transitamos” porque precisamente estamos en camino a su institucionalización. Sin ir más lejos, debemos lidiar con una franja electoral que visibiliza al Colegio de Profesores y la FENPRUSS pero que también pone a P. Auth, R. Alinco, o presidentes de partido por delante. El proceso constituyente, por naturaleza y por cómo ha sido planificado, no resuelve la consagración del anhelo, es sólo un marco de posibilidad. El grado de institucionalización y cultura política “plebeya” que se genere depende en gran parte de la lucha política y la participación efectiva. Al igual que una marcha, al igual que una protesta.

Podremos elegir el órgano constituyente –representativo- y definir su composición. Podrá ser paritario y podrá tener escaños reservados para pueblos indígenas (fórmula específica en debate). Los primeros dos aspectos no tienen precedentes en materia de procesos constituyente a nivel mundial. ¿Será esto suficiente? Desde luego que no. Actualmente se discuten dos proyectos de ley (13.790-07 y 13.804-07) que buscan reducir las formalidades y porcentaje para inscribir candidaturas independientes a convencional y asimismo obligar a la convención para que su reglamento genere un vínculo con la deliberación ciudadana durante su periodo de sesiones (ver propuestas de plataformacontexto.cl). Que la democracia representativa pueda degenerar en una de tipo oligárquica o elitista no es ninguna novedad, ni para Aristóteles ni para Macchiavello.

Si queremos que este proceso constituyente sea algo más, precisamente hay que mantener el ejercicio responsable de la participación en todas sus formas: expresándonos, asociándonos, reuniéndonos en el espacio público, y el contexto incluye hoy el sufragio.

Si se participó masivamente en las protestas de octubre pasado no fue porque fueran vinculantes para la autoridad o supiéramos de antemano su efecto, sino porque había indignación y sabíamos que abríamos un camino. Ahora cabe transitarlo.

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