Opinión

Kobe: el niño que les quería ganar a todos

Falleció una de los más grandes en la historia del básquetbol. El sucesor de Michael, el cinco veces campeón. La “Mamba Negra” que enamoró a las nuevas generaciones y se ganó el respeto de las antiguas. El niño que siempre quiso ganar.

Por: Paulo Inostroza 27 de Enero 2020
Fotografía: Kobe Bryant | Facebook

Kobe fue 13 en el draft, entró a la NBA más joven que el resto y en sus dos primeros años fue reserva de Eddie Jones. Jordan lo mandó a la escuela en sus primeros duelos, pero este cabro porfiado volvía y volvía a desafiarlo. Con 19 años, tuvo el primer palo a palo con Su Majestad. Ganó Jordan, pero ambos anotaron más de 30 puntos y MJ entendió que su sucesor estaba ahí al frente. Sin querer, fue maestro de Kobe. En las finales de 2002, Bryant llegó con la 23 de los Bulls.

Kobe es un emblema de mentalidad ganadora. De codearse con los bravos, en la época donde los bravos eran Jordan, Malone y Olajuwon. De ganarles y ser igual que ellos, perfeccionándose día a día. Kobe es tomar la última pelota cuando nadie se atreve y ganar ese juego imposible, pedirla cuando el equipo está veinte puntos abajo, la toalla tirada y darlo vuelta, levantar a sus compañeros con pura actitud. Kobe es marcar un día 60 puntos y acostarse pensando que mañana puede encestar 70 o, incluso, 81. Sin límites.

Kobe es jugar toda una temporada con el dedo quebrado para no dejar solo a los otros cuatro, es romperse el tendón de Aquiles, pero no salir de la cancha sin antes lanzar ese par de libres. Kobe es estar 2-3 en la final contra Boston y quedarse toda la noche practicando desde la línea por fallar un par de tiros claves. Fue 4-3.

Kobe es sobrevivir a la partida de Shaquille y conseguir dos anillos más, es envejecer con el mismo carácter competitivo y hacerle frente a Durant, Curry y Lebron, como cuando Jordan y él se veían las caras. Es ser escuela. Kobe está en las zapatillas de James cuando supera su récord. Es respeto. Kobe es preguntarse qué me falta ahora y ganar un Oscar. Sí, un premio Óscar. Kobe no era un santo, peleó con compañeros y técnicos, hizo las paces, fue acusado en tribunales y pegó codazos donde se ven los guapos. Pero su mirada hay que enseñarla a los niños: trabaja día a día y le meterás treinta al mismísimo Jordan. Cree y será el mejor.

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