Opinión

¿Por qué la Región?

Los desafíos de la Región son contundentes y requieren de un presupuesto serio que nos permita despegar de los sueños y diseños.

Por: Diario Concepción 10 de Octubre 2019
Fotografía: Archivo

Renzo Galgani

La semana recién pasada estuvo teñida por la polémica, resultado del portazo que le dio La Moneda al Gobierno Regional, cuando nuevamente redujo considerablemente el presupuesto del Bío Bío para el 2020. De los 124 mil millones solicitados por el Intendente para el gasto anual, la Dirección de Presupuestos resolvió que con 80 mil millones era suficiente.

La señal que se ha dado desde Santiago puede ser entendida en dos niveles equivalentes. El primero, pasa por la constatación del marcado centralismo con que opera el Gobierno, que persiste en concentrar la distribución de recursos públicos en la Región Metropolitana, cuna de los proyectos más emblemáticos a nivel nacional, en desmedro de aquellos que se plantean para el resto de las regiones, siempre postergadas. El segundo nivel, pasa por la visión del territorio desde la mirada de la política obsoleta y tradicional, que da cuenta del profundo desapego hacia la realidad regional y que sólo es tema en la Región con la visita de algún ilustre ministro o subsecretario.

Nos han dicho: “el Bío Bío tendrá que arreglárselas como pueda”. Y claro, desde la Intendencia así lo harán. Se entiende entonces que la gestión del actual Intendente, Sergio Giacaman, tiene como objetivo “estirar” el presupuesto regional, sin discutir con La Moneda, pues en el fondo Giacaman es un operario designado por el Gobierno Central, y no un actor político alineado a los intereses del territorio, y menos una autoridad con agenda ejecutiva local.

Si bien desde el Consejo Regional se ha manifestado la intención de buscar una estrategia para mejorar el presupuesto del próximo año a través de los fondos sectoriales, no hay una línea de acción clara, ni un horizonte auspicioso para completar el presupuesto original.

Pero no deberíamos sorprendernos, pues éste desaire no es una excepción ni una novedad. Recordemos la polémica que tuvo la discusión presupuestaria en el Core para la ejecución del proyecto del Teatro Regional, empujado desde el primer gobierno de Sebastián Piñera y que, gracias a la presión proveniente desde Santiago, redujo significativamente las arcas del presupuesto del desarrollo social de la Región y que, finalmente, sirvió para fines políticos, al ser utilizado para publicitar la imagen de Víctor Lobos, que en ese entonces era Intendente de la Región.

Un buen proyecto, necesario, pero pésimamente financiado y estratégicamente utilizado para mejorar la imagen de autoridades designadas. O en 2017, cuando el Gobierno decidió que el 22% de los fondos anuales para el Bío Bío serían otorgados a la recién creada Región de Ñuble, para la cual no existía presupuesto, mostrando así la falta de planificación y el poco interés en la articulación seria y eficaz de las ejecuciones presupuestarias regionales.

Hoy, se han multiplicado las críticas a éste modelo de dependencia presupuestaria, donde se desvisten santos para arropar a otros. Y los santos desnudos son siempre los regionales.

El Bío Bío necesita una administración que vele por los intereses locales y que no juegue directamente para el aparato político santiaguino. Los desafíos de la Región son contundentes y requieren de un presupuesto serio que nos permita despegar de los sueños y diseños, hacia la construcción de un territorio robusto y con vocación de desarrollo consolidado.

Para que esto ocurra, hay que añadir, el diseño de las políticas y la discusión consecuente de asignaciones presupuestarias, no deben hacerse nunca más a espaldas de la gente, sino al contrario, convocando a los actores sociales hasta hoy excluidos.

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