El abandono del ethos de las instituciones democráticas las ha hecho devenir en agencias electorales.
Augusto Parra Ahumada
República en Marcha
Valentín Letelier, para referirse a los Partidos Políticos, decía “Las ideas se me asemejan a las gotas de agua que caen desde el cielo, estas pueden rodar por los llanos, perderse en el mar, congelarse en la cordillera, pero río y cauce de esas gotas de agua son los partidos políticos que limpian y fecundan el campo social”
La ética de las instituciones democráticas, se conjuga con el bien común y prioriza el servicio a la nación desde un conjunto de ideas, principios y valores compartidos que dan origen a proyectos colectivos, que conglomeran a militantes en torno a ese ideario común y compiten electoralmente, para alcanzar el máximo de participación y Poder posible al interior del seno del Estado para, a través de programas de gobierno y políticas públicas, concurrir en la búsqueda de la materialización de ese ideario a través del Poder entendido como medio e instrumento.
El abandono del ethos de las instituciones democráticas las ha hecho devenir en agencias electorales, que maximizan por cualquier medio el rendimiento electoral colocando al Poder, como centro de su quehacer y como un medio y fin en sí mismo, dejando de lado las ideas y el servicio a los nobles ideales éticos propios del servicio al bien común y a los valores y principios que se espera que encarnen en el ofrecimiento de programas, políticas y respuestas a las demandas ciudadanas desde sus propios ideales, profundizando el deterioro de la legitimidad, la representatividad y traicionando la confianza de la ciudadanía.
Por cuanto el gran desafío de revalorizar la democracia, devolver categoría, dignidad y prestancia al quehacer de sus instituciones se conjuga con abandonar la renuncia a hacer Política en la que han incurrido y en volver a poner las ideas como centro de su quehacer y su ethos.