Opinión

De la propiedad y las cosas

Por: Diario Concepción 27 de Diciembre 2018
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Andrés Cruz Carrasco
Abogado y Magíster en Filosofía Moral

Para William Blascktone: “Nada estimula la fantasía humana y atrae las pasiones humanas tanto como el derecho a la propiedad; ese dominio exclusivo y despótico del que se vale una persona y que ejerce sobre las cosas exteriores de este mundo, derecho del que queda excluido cualquier otro individuo de este universo”.

Es el poder absoluto que supone la prerrogativa de hacer lo que se quiera con ese algo que constituye el objeto del dominio, sin que exista nadie que pueda intervenir. Para algunos es este poder el que funda la propia existencia del ser humano, de modo que sino se tiene nada, sencillamente el sujeto no existe, midiéndose la jerarquía social de mujeres y hombres sobre la base de la cantidad de cosas que se encuentran sometidas a su dominio.

Ahora, si sólo hubiese una persona, el concepto de propiedad no tendría mucho sentido. Su importancia radica en tener a otro a quien decirle “esto es mío”. Sin perjuicio de lo anterior, esta relación con una cosa implica no sólo derechos, sino que múltiples deberes.

Se genera un efecto psicológico incluso con aquella cosa que se domina que implica tener una proximidad más estrecha con la misma, resultando indiferente aquello que no se posee o bien codiciando con lo que otros tienen. Según George Simmel: “Por un lado, toda la importancia de la propiedad estriba en que desencadena ciertos sentimientos e impulsos en el alma y, por otro lado, en que la esfera del yo se extiende hasta esos objetos exteriores y los penetra”. Se pretende que esas cosas nos externalicen y nos hagan visibles. Constituyen parte de la máscara con la que nos mostramos ante los otros. Mientras más cosas tengamos, más abarcamos y más presente estamos. Estas propiedades son las que crean nuestra identidad ante los demás o al menos eso creemos, sobre todo cuando están asociadas a la ficción publicitaria del “éxito”.

Del consumidor victorioso que en la carrera del mercado fetichista ha logrado imponerse a los demás. Para Richard David Precht, incluso el momento de la adquisición resulta ser más glorioso que la posesión propiamente tal. Es la oportunidad en la que nos tomamos la propiedad de una cosa y desde allí demostramos este dominio ante los otros.

“La adquisición de cosas – y, con ella, la adquisición de imágenes – es una de las causas de felicidad más importante en el mundo industrializado actual”. Esto se vincula con la crisis de los afectos. El consumo respondería a esa angustia que se siente por no poder mantener vinculaciones seguras con el prójimo. Más vale tener “cosas” que nos permitan proyectarnos que inseguras relaciones con otras personas, y por eso se paga el precio.

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