Opinión

Receta para lograr inmortalidad

Por: Procopio 13 de Noviembre 2018

El faraón Khufu (o Keops en griego) pasó a la historia  a pesar de lo lejano de su paso por este mundo, cuando eso sucede es que el personaje en cuestión alcanza niveles extraordinarios en lo que hace, o lo que manda a hacer, como es el caso aquí.

Por algún motivo nada de claro se le ocurrió encontrar refugio después de muerto, no en algún lugar anónimo  y remoto, sin marcas, sino en uno que se viera desde la distancia, una solución bastante rara si se quiere  pasar inadvertido por razones de seguridad. Es cierto, en su descargo, que este faraón Keops también vivió en una época en la que el culto funerario había cobrado una importancia desmesurada para el desarrollo egipcio, en esos arenosos años de 2.400, o algo así, antes de Cristo.

Su emprendimiento está todavía allí, un complejo de pirámides, una grande para él y otras pequeñas para algunas de sus esposas, solo las favoritas,  porque si las ubicaba a todas no habrían alcanzado las piedras. La pirámide, una mole de 138 metros de altura, 230 de base y 2,3 millones de bloques de piedra caliza y granito, es las más antigua de las siete maravillas del mundo,

A pesar de tamaña intervención, no se sabe casi nada de este faraón, a lo mejor víctima de la publicidad engañosa que le hizo creer en la inmortalidad por ese medio, ya que por esos años los ritos funerarios fastuosos estaban al alza, con el ajuar del difunto, los sarcófagos, el lino para embalsamar, las joyas, muebles y de un cuanto hay. Un error tremendo, porque los ladrones de tumbas no se demoraron nada en dejar ni rastro de sus recuerdos en el interior de esa llamativa mole.

Para peor cayó en las manos de Heródoto, insigne historiador que lo dejó bueno para nada, dos mil años más tarde, a base de puros cuentos y pelambrillos, así nadie se salva.

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