Opinión

Antiguas amistades epistolares

Por: Procopio 24 de Octubre 2018

En asuntos de diplomacia, hay instancias sorprendentes, sobre todo, si se encuentran en plena Edad Media, se supone la edad oscura, concepto que está en rápido deterioro. El ejemplo más famoso se encuentra entre el reino franco y el Califato Abasí. En este último lugar, el momento de máximo esplendor se alcanzó con Harún al-Rashid, que reinó entre 786 y el 809, de esos momentos espléndidos, cuando la ciencia avanza junto con el espíritu, juntos el progreso científico y literario.

No es de extrañar que haya inspirado las historias de Las Mil y una noches, que hacen a este califa extremadamente popular con el devenir de los siglos. La enemistad común contra los bizantinos acercó a Harún al contemporáneo Carlomagno. Los contactos diplomáticos entre las dos ciudades distantes Aquisgrán y Bagdad eran frecuentes y, a menudo organizados por los judíos, excelentes negociadores e intermediarios.

Ambos monarcas competían en quien hacía el regalo más bonito, pero Harún ganó por aclamación cuando hizo llegar a Carlomagno un elefante, ese fue un golpe definitivo, Carlo no quería más guerra con su tremenda macota, a pesar que no en todos los hoteles les daban alojamiento con banales excusas.

El exceso de orgullo nacional hizo que Carlo Magno prohibiera la exportación de espadas al oriente, sin tener en cuenta que las espadas occidentales, aunque por supuesto de alta calidad, no podían competir con el acero de Damasco y la tecnología de la construcción refinada de las armas árabes.

Este notable ejemplo de respeto, del diálogo político e intercultural entre los dos grandes gobernantes, podría ser una verdadera lección para otros monarcas contemporáneos que, a diferencias de ellos, tienen la oportunidad de verse las caras, aunque mirando las caras de algunos, es mejor que ni se miren.

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