Opinión

Regreso inesperado de viejos artefactos

Por: Procopio 17 de Octubre 2018

La idea predominante en el mundo actual es la innovación, hacer algo nuevo, con tanto entusiasmo que la tecnología trae novedades todos los días. Antes hubo otro ritmo, años para salir con alguna novedad y otros tantos para dejarla a punto, así ocurre con Cristopher Sholes, quien patentó una máquina el año 1868, lo suficientemente convincente como para entusiasmar a Remington and Sons de Nueva York, los que fabricaron el primer modelo industrial. Contenía casi todas las características esenciales de la máquina moderna, aunque sólo escribía en mayúsculas, asunto menor que fue corregido por Remington.

De ahí para adelante, el artefacto empezó a conquistar al mundo, había llegado la Máquina de escribir, aunque era solo la máquina para escribir. Nuevos desarrollos fueron acercando el producto a diversas necesidades, como inventar la cinta de máquina de color negro y rojo, para responder a las demandas de los contadores, de ahí que estamos aterrados con las delatoras y preocupantes cifras en rojo.

Para los jóvenes de este siglo, que han visto estas máquinas en los museos, es bueno recordar que la doble C, de las copias de correos electrónicos, deriva de la misma doble C utilizada para las copias a papel carbón que usaban estos artilugios, que progresaron hasta llegar a ser muy tecnificados, pero no lo suficiente para sobrevivir a los recursos actuales.

Sin embargo, hay un regreso al pasado, en gloria y majestad, la FSO, agencia responsable por la seguridad de los altos funcionarios del Kremlin, ha emplazado una orden de compra de máquinas de escribir, con el posible objetivo de evitar las filtraciones que pueden darse al usar computadoras, aparatos que pueden ser hábilmente invadidos por hackers. Solo falta volver a las señales de humo.

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