Opinión

De resistencia y realismo

Por: Diario Concepción 01 de Agosto 2018
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Andrés Cruz Carrasco
Abogado, Magíster Filosofía Moral

Ser realista no excluye tener la convicción de que otro mundo es posible. No se trata de ser conformista, sino de esforzarse por conocer lo que se quiere cambiar para ir por ese camino. El filósofo italiano Maurizio Ferraris sostiene: “Conocer las fricciones de la realidad, la dificultad de las transformaciones y, sobre todo, la estrepitosa imbecilidad humana es la única manera de poder transformar el mundo”.

Para esto, muchas veces hay que recogerse, resistir la presión exterior para aprender a servir y no perderse en la hipocresía y en la superficialidad. Resistir no es caer en la protesta falsa e inútil, ya que la resistencia más auténtica suele ser discreta. “No busca la gloria, ni siquiera el reconocimiento de los demás; su postura no se exhibe como una bandera; no se convierte en nada brillante ni se usa para ningún tipo de ostentación. La resistencia tiende a ser más reservada que llamativa, salvo que, eventualmente, llamar la atención sea el medio idóneo para alguna forma de acción estratégica”, dice Josep Esquirol.

Nada es fácil y la resistencia nos llama a enfrentar los derroteros que surgen no sólo del ámbito que queremos conocer, sino que también que nos corroen internamente. Dejarse vencer es aislarse. Negarse a dar y recibir, ya que para resistir es indispensable estar con otro. Es pensar en todos y no sólo en uno mismo. Lo contrario es solo sobrevivir.

Frente a contextos y circunstancias que nos envuelven y parecen inevitables no hay que ceder. Hay que resistir de manera oportuna para no dimitir, sin dejar de soñar, pero sin alucinar. Los espejismos son los peores enemigos de la resistencia y hacen inútil cualquier utopía, confundiendo la consecuencia con la intransigencia. La verdadera resistencia no necesita armas ni muros. Abre puertas, da cobijo y abrigo, sin excluir. Resistir no necesariamente es entregarse a buscar complejas soluciones.

En la sencillez de cotidianidad pueden descubrirse las más sensatas respuestas, que no es lo mismo que dejarse devorar por el consumismo de masas ni por la banalidad de la autoayuda, ni repetir una y otra vez la misma rutina. No es ser mediocre. Es dejar que lo nuevo entre a lo conocido, sin dispersarse para evadirse, para no hundirse en hacer de la existencia una muletilla.

La resistencia es aprovechar la oportunidad que se nos da día a día para sembrar y construir, aunque sea con el más mínimo gesto. Según Ernesto Sábato “el ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer”, rehaciéndonos de ser necesario.

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