Francesca Parodi
Seremi de Gobierno
En lo que va del Gobierno hemos trabajado por abordar con prontitud los temas más importantes que enfrenta nuestro país. En este sentido, la inmigración es uno de los fenómenos que han marcado con mayor profundidad el contexto nacional, sobre todo en los últimos años, donde se vio un aumento de la población extranjera superior al 230%.
Es un hecho demostrado que las naciones con mayores tasas de extranjeros tienen, a su vez, mayores niveles de desarrollo. Esto se explica, entre otras variables, por el emprendimiento, la diversificación y el mayor dinamismo que aportan quienes van a un país extranjero en busca de mejores oportunidades.
Por lo mismo, el Presidente Sebastián Piñera ha dejado claro que Chile debe ser un país abierto para todo aquel que viene a aportar y a insertarse de manera correcta a nuestra sociedad. Lamentablemente, y como ocurre en la mayoría de los países, existe un grupo considerable de extranjeros que no cumplían con las reglas de legalidad que nuestro país exige, lo que termina siendo un gran obstáculo para su propia calidad de vida, ya que no pueden acceder a trabajo y otros servicios de manera legal y, de esta forma, no logran satisfacer las expectativas que ellos mismos tenían al llegar a nuestro país.
Es por eso, que el gran desafío que enfrenta Chile y que están enfrentando muchos países a nivel mundial, es saber incorporar la inmigración a la sociedad de manera íntegra, dejando de lado los prejuicios y garantizando los derechos que cualquier individuo debe poseer. Todo esto sin olvidar los deberes que deben cumplir tanto ciudadanos como extranjeros en nuestro país, para lo que resulta indispensable tener reglas del juego claras.
Por esta razón, el Gobierno impulsó el proceso de regularización que esta semana culminó con el plazo de 90 días que tuvieron en total los extranjeros para tramitar su residencia.
Tanto en Chile como en la Región del Bío Bío este proceso fue exitoso, con una gran convocatoria, lo que sin duda es una buena noticia para todos, ya que un país ordenado es un país que se puede hacer cargo de manera responsable de sus habitantes. Quizás el mayor ejemplo del éxito de este proceso fue la propia recepción por parte de la población migrante, los que entendieron que esta oportunidad era un beneficio para todos.
Todavía nos queda un camino por recorrer en esta materia, y por eso hemos impulsado instancias de capacitación, información y diálogo en la Región, en especial con la comunidad haitiana que, por la barrera idiomática, ven más complejo su proceso de adaptación.
Nuestro país necesitaba abordar con urgencia el tema de la inmigración y hoy podemos decir que hemos dado el primer paso. Creemos en un Chile más unido, en una región que acoge y que entrega oportunidades para todos.