Opinión

Economía compasiva (parte 3)

Por: Diario Concepción 10 de Marzo 2018
Fotografía: Diario Concepción

Por: Jorge Porter TaschkewiTz
Ingeniero Comercial UdeC

Es muy difícil conciliar la economía, con la búsqueda de la felicidad y con el respeto al ambiente, que corresponden al corto, mediano y largo plazo y a los que se superponen tres tipos de interés: los nuestros, los de nuestro prójimo y los de todos los seres.

He querido insistir en este tema sobre el cual muchos científicos han investigado sobre altruismo, empatía y compasión.

Asimismo, varios científicos han tratado de conciliar el sistema económico de libre mercado con esos términos, en especial con la compasión de acuerdo al significado budista, que consiste en eliminar el sufrimiento y sus causas, en el entendido que debemos llegar a saber cuál es el verdadero origen de esas causas.

Una de estas causas del sufrimiento es la ignorancia. En Chile, desgraciadamente, estamos inundados de ella y algunos aprovechan esta situación para ellos o para sus grupos de poder.

En estos días, aparece en los medios de comunicación un menor de educación básica que no sabe leer y las autoridades educacionales, que llevan gobernando 24 años de los últimos 28, culpan al proceso de municipalización, al cual nunca le entregaron los recursos necesarios y suficientes.

En el mundo económico actual partimos con el crecimiento material, el corto plazo, la eficiencia y maximización de beneficios, el individualismo y el pensamiento lineal y, nos hemos ido moviendo hacia el trabajo asociativo y de respeto al otro, el crecimiento de valor compartido con la comunidad, el mediano y el largo plazo, la eficacia y la calidad, la justa compensación y el pensamiento holístico.

Debemos seguir avanzando en solucionar los problemas de las personas, y no como ha sido últimamente en que se resuelve los problemas de algunos grupos de poder o de la élite, preferentemente.

Basta mirar toda la información que compara las prioridades de las personas con las prioridades de quienes están tomando las decisiones sobre políticas públicas, para darse cuenta de la enorme diferencia.

Debemos cambiar algunas cosas y debemos mejorar otras si queremos derrotar a las ideologías del mal como las llamó el Papa Juan Pablo II.

Definamos los problemas que vamos a solucionar y debemos priorizar la pobreza; la situación de menores, mujeres y ancianos; el crecimiento económico, comprobada su eficacia para sacar a la gente de la pobreza; la modernización del Estado y la productividad de todos; la calidad de la política y mejorar la confianza (insisto en asimilar el sistema del Informe Nolan del Reino Unido); y por último, establecer indicadores de felicidad.

Debemos trabajar en lo que realmente nos une a todos y avanzar fijando objetivos claros, estableciendo plazos, definiendo responsables y asignando recursos adecuados. Sin esto, es poco probable que podamos avanzar a la velocidad requerida.

Los objetivos deben ser difíciles pero alcanzables, no como la actual estrategia de desarrollo regional que se basa en buenas intenciones, pero no tiene objetivos cuantificados, ni plazos, menos tiene responsables y recursos asignados.

Buenos deseos para el Gobierno que parte y a la nueva oposición que lo sea con hidalguía.

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