Opinión

Economía compasiva

Por: Diario Concepción 24 de Febrero 2018
Fotografía: Diario Concepción

Jorge Porter Taschkewitz
Ingeniero Comercial UdeC

Increíble que aún no comprendamos la inmensidad en que nos movemos. El Universo tiene 13.750 millones de años, somos unos recién aparecidos. Para qué hablar de las dimensiones de la Tierra comparadas con el tamaño del Universo “conocido” o de las velocidades a la cual nos movemos junto a miles de millones de galaxias. Seguimos destruyendo el planeta, matándonos, odiándonos y queriendo hacer desaparecer al otro. Por generaciones vamos a seguir en este planeta y no tenemos otro, por ahora.

Sería bueno, aunque sólo sea en nuestra Región, lleguemos a acuerdos mínimos en lo que nos une y actuemos contra los males que nos aquejan y que no nos dejan construir una buena calidad de vida para todos. Que los grupos de poder actuales, algunos obsoletos, y los que se formarán entiendan que todos queremos lo mismo, ser felices y que debemos unirnos para enfrentar al cambiante mundo que se aproxima.

En el terreno de las ideas es bueno recordar lo siguiente: “Por muy egoísta que pueda ser el hombre, hay evidentemente algunos principios en su naturaleza que lo mueven a interesarse por la suerte de los demás y a hacer que la felicidad de éstos le resulte necesaria, aunque no derive de ella nada más que el placer de contemplarla”.

Con este párrafo inicia Adam Smith su primer libro “La Teoría de los sentimientos morales”, publicado el año 1759. Estos conceptos son los que incluye en la economía de mercado basados en la simpatía y el amor propio, lejos de la imagen del capitalismo salvaje que le han colgado quienes no comparten sus ideas, ergo los adoradores del estatismo que aún rondan en estos tiempos.

Hoy, las empresas implementan el Valor Compartido, con una real inmersión y participación en las comunidades en que se encuentran, donde han entendido que no pueden seguir actuando como grupos de poder egoístas, y que hoy en día esos grupos se han ido derivando a movimientos sociales, sindicales, políticos y otros.

Es el tiempo de la economía compasiva como la denomina el budismo con su definición de compasión que significa el deseo de eliminar cualquier forma de sufrimiento. De una economía libre, con emprendedores, de soporte a quienes se quedan atrás y un control justo para evitar esos grupos egoístas.

El Papa Juan Pablo II, en su libro “Memoria e Identidad”, escribe lo que él sufrió con lo que llamó las ideologías del mal como el nazismo y el comunismo, ambas de un estatismo económico y político exacerbado, con reducción de las libertades personales y formas de exterminio masivo”. También advirtió que estamos “en presencia de otra ideología del mal, tal vez más insidiosa y celada, que intenta instrumentalizar incluso los derechos del hombre contra el hombre y contra la familia”.

Esta nueva ideología del mal, en mi opinión, viene de quienes siguen a Gramsci y a las conclusiones del Foro de Sao Paulo, son los mismos de siempre que de renovados nada tienen.

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