Opinión

Maltratados

Por: Diario Concepción 23 de Febrero 2018
Fotografía: Diario Concepción

Jorge Condeza Neuber
@jorgecondezan

Quizás también para ustedes visitar una gran tienda les deja esa sensación de ya no somos clientes respetados y pasamos a ser los maltratados de la relación. Es que no puede ser “una gran experiencia de compra” encontrar hasta los calcetines amarrados con pita y que alguien desencadene la ropa con el simple fin de probar si la talla es la adecuada.

Bombardeado por miles de anuncios de liquidación de una tienda, descubrí los grandes descuentos que tenía la ropa de “marca”, esas que tienen doble alarma y un largo cable de acero con candado. No solo debí esperar a que llegara la llave, sino que debí soportar el insulto de ser conminado a usar un probador exclusivo ya que, según palabras del vendedor, él no debía perderme de vista. Lamentablemente la supervisora ratificó lo que él vendedor decía y que en caso contrario debía ser “acompañado” a otro probador.

Me bastó forcejear un rato por mis derechos para que me permitieran pasearme por la tienda con una prenda de “marca”, pero la agresión continuó con la encargada del probador que, reconociendo la “marca”, me dijo que en caso de no llevarla debía devolverla. A la salida me preguntó si la llevaría y ante mi indecisión me gritó un par de veces más, resaltando mi traje naranja.

De puro choro y como el pantalón de 20 lucas me quedo perfecto (algo ya difícil de lograr), lo pagué en la caja más alejada del “corner” de la gran marca para evitar que los product managers pudieran darse cuenta de si lo había robado, lo había escondido, o decentemente lo había pagado con mi tarjeta del local.

¿En qué momento nos volvimos un país de pungas, de rateros y de un comercio preocupado de que la “gran” experiencia de compra sea evitar un robo? Porque Chile antes no era así. Uno en Concepción compraba en locales establecidos: El Corte Inglés, Garcia, el Shopping Guys o Varela Sport y, antes, en Gath y Chaves, y la ropa no estaba amarrada, no tenía alarma y los vendedores te hacían sentir que efectivamente eras el cliente.

¿En qué momento la gente comenzó a aceptar este trato tan denigrante? ¿Es todo culpa de la masificación del consumo, como algunos resaltan, o serán los malos ejemplos que dan nuestras autoridades que predican con tanta malversación, fraude, abuso y frescura que ahora todos somos sospechosos?

Todas estas grandes organizaciones ganan miles de millones y gastan otros tantos contratando rostros conocidos para atraer clientes y aun así no les da para tratar a la gente decentemente. Y lamentablemente las cosas no cambiarán. Sernac sin fuerza y un nuevo ministro de economía que dice que nuestra defensa debe ser castigar con no comprar a la marca que se porta mal, sin percatarse que derechos de clientes deben estar escritos y hacerse respetar y no permitir que los vendedores de bienes y servicios hagan lo que quieran.

Etiquetas