Opinión

De silencio y democracia

Por: Diario Concepción 13 de Septiembre 2017
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Por: Andrés Cruz

La política es conflicto y tensión entre individuos, quienes interpretan los contextos de manera diferente. Para Daniel Innerarity, “la política es un combate por la interpretación”. Si el espacio en el que se desenvuelve la actividad política es la democracia, entonces la política es la acción por la cual identificamos los problemas para poder debatirlos públicamente y encontrar la solución, sin imponer una de las tantas interpretaciones que puedan existir al respecto. No es imponer una verdad, se trata de hacer lo correcto, existiendo distintas valoraciones de esto último. En un sistema como el nuestro se hace sumamente complejo hablar de una verdad.

“La cuestión de la verdad o la mentira en política tiene que estimarse en medio de un embrollo formado por la complicidad de unos políticos mendaces (o mentirosos), una ciudadanía que no siempre quieren que le digan la verdad y unos medios de comunicación que destrozarían a quien dijera la verdad”. El cálculo electoral y la invasión de criterios publicitarios y de rendimientos han hecho que la honestidad y la transparencia no sean rentables. Incluso, ya no es suficiente con la mera ambigüedad, sino que se incentiva la manipulación, para evitar ser fagocitado por la opinión pública, ante la ausencia de espacios para el desenvolvimiento de un debate equilibrado, persiguiéndose por los medios de comunicación más la gresca y el espectáculo que la comunicación y la formación ciudadana.

Para que esta política democrática sea siquiera posible, se requiere que exista información, que se rompa con esos espacios de silencio que impiden tener acceso a lo que ocurre y a evaluar los actos de quienes han detentado y ejercen hoy el poder.

Ocultar los hechos del pasado en nada contribuye para levantar esos espacios de discusión que nos permitan precisar de manera colectiva cual es el problema y buscarle la solución que aparezca como la más adecuada para perfeccionar la convivencia social. Vedar saber lo que pasó o está pasando con nuestras instituciones, cualquiera que estas sean, dejará abierta las posibilidades para que simplemente nos indignemos, encontrándonos entre alguno de los muchos indignados progresistas, revolucionarios o conservadores, lo que nos mantendrá en permanente confrontación, ya que por no saber, seremos meros especuladores y no lograremos comprender todo lo que aconteció o lo que está sucediendo, para tratar de evitar que vuelva a repetirse o bien tener una base para cooperar en la construcción de un futuro distinto, no por los pocos que se benefician del silencio, la censura y el oscurantismo, sino que entre todos.

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