Renato Segura
Cerregional.cl
La reivindicación del Pueblo Mapuche se ha transformado en uno de los temas sociales y económicos que esperan una pronta solución, o al menos, una visión de Estado que conduzca a reconocer y valorar nuestra cultura, respecto de lo cual, la historia republicana del país, registra más errores que aciertos. Sin perjuicio de lo anterior, nada justifica los hechos de violencia que se han instalado como estrategia para poner el tema en la agenda país.
El conflicto social, que ha escalado a niveles insospechados en intensidad e irracionalidad, mantiene a la Región de la Araucanía y las Provincias de Arauco y Bío Bío en una compleja situación, cuya gravedad no ha sido suficientemente evaluada por la sociedad.
Para los habitantes de Santiago, sus problemas del día a día eclipsan cualquier evento que ocurra a cientos de kilómetros de su hábitat. Sin embargo, cuando el Estado de derecho, la unidad y paz de las comunidades, están siendo amenazados por los eventos de violencia en las zonas en conflicto, tarde o temprano las repercusiones se sentirán en todo el territorio nacional.
En efecto, la evidencia disponible muestra que, los niveles de violencia e intolerancia que ha caracterizado a los grupos radicales que buscan reivindicar los derechos del Pueblo Mapuche, han impactado negativamente en los indicadores sociales del propio pueblo Mapuche.
Junto con el aumento de la gravedad e intensidad del conflicto, la migración del pueblo Mapuche se ha incrementado y la brecha de pobreza ha retrocedido en niveles históricos, perdiendo todo lo ganado en los esfuerzos de la política pública para devolver su dignidad y reconocimiento como pueblo originario.
Los términos en los cuales se ha planteado el conflicto hoy en día, requiere de un cambio de dirección. Los propios líderes de las organizaciones movilizadas para defender la causa Mapuche reconocen en el actual conflicto una oportunidad para mejorar las condiciones de vida de las personas involucradas. Si bien el conflicto ha estado presente por muchos años, la evolución del mismo durante los últimos 3 años ha resultado perjudicial para los propio afectados.
El desafío es retomar lo bueno de los avances en la brecha de pobreza y erradicar lo malo de la actual dirección que ha tomado el conflicto. Es el camino que redundará en beneficiar y devolver la dignidad a la comunidad de pueblos originarios, objetivo que involucra a todo un país, sobre todo, porque uno de los que está soportando el mayor costo del conflicto, es el propio Pueblo Mapuche, a quienes, los activistas más radicales, claman por ayudar.