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Opinión

Populismo nacionalista versus ciudadanos del mundo

Por: Diario Concepción 13 de Marzo 2017
Fotografía: imagenPrincipal-5773.jpg

Durante 2016, la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, criticó duramente a quienes se autoidentifican como ‘ciudadanos del mundo’, diciendo que ellos eran ‘ciudadanos de ninguna parte’. Señaló incluso que la afirmación implicaba no entender lo que significa ciudadanía. Pero un estudio realizado por la consultora GlobeScan dice lo contrario. 

Ante la pregunta de cómo se identifica a sí mismo, un 51% de los entrevistados se ve como un ciudadano global más que un ciudadano de su propio país. Cabe destacar que dentro de los países encuestados se encuentran Estados Unidos, China, Australia, México, Alemania, India, Brasil, Francia, la Federación Rusa, Reino Unido e incluso Chile. 

Los muros psicológicos se están derribando (incluso en Reino Unido, hoy la mayoría se inclina por la integración), pero aún hay muros físicos y políticos que se están levantando. La política migratoria del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es el peor ejemplo de ello, pero no es el único caso. Tal vez en Francia pase algo similar si es que Marine Le Pen llegara a imponerse en las elecciones presidenciales, en abril, o si Geert Wilders ganara en los Países Bajos, en los próximos días.

El populismo nacionalista que ha irrumpido en los últimos años, aquel que culpa a los migrantes por las crisis económicas, los crímenes y el desempleo, ha generado un aumento en el discurso xenófobo y antiglobalización. La llamada ‘Primavera Patriótica’ viene para quedarse, pero la integración no se rendirá tan fácilmente. No es en vano que más de un 50% de los habitantes de la tierra nos sintamos ciudadanos globales. 

Sin perjuicio de que queramos un mundo sin fronteras o nos encontremos cómodos dentro de las líneas dibujadas en el mapa, no podemos olvidar que todos los seres humanos tenemos derechos, que estos son universales, y que la incitación al odio es el límite globalmente acordado a la libertad de expresión. 

Es por ello que discursos como el de Ben Carson, secretario de Vivienda de Estados Unidos, en el que comparó a migrantes con esclavos, señalando que estos últimos "trabajaron mucho más tiempo, mucho más duro, por menos" no pueden replicarse. Hace falta recordarle al secretario la normativa en materia de Derechos Humanos existente a nivel nacional e internacional. Y de paso, recordárselo a su Presidente y a todos los aspirantes a convertirse en el Trump de su propio país. 

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