Lo cierto es que se nos va un actor económico clave en Biobío y sus trabajadores no son los responsables.
Golpe, Triste Noticia o Lamentable fue lo que más se escuchó en distintos actores políticos, económicos y sociales del Biobío, tras conocerse el anuncio del cese indefinido de operaciones de Huachipato, en lo relativo a la fabricación de acero. No fueron suficientes las salvaguardias determinadas antes y después de la última crisis, CAP anuncio que cierre de la siderúrgica de Talcahuano. Con ello, 2.500 empleos directos y más de 20 mil plazas laborales indirectas no sobrevivirán. A través de un comunicado, CAP señaló que “si bien la Comisión Antidistorsiones reconoció la existencia de dumping en la importación de barras de acero de origen chino, e impuso sobretasas transitorias a estos productos mientras toma una decisión definitiva, a casi cuatro meses de implementada la medida el comportamiento del mercado ha hecho imposible corregir los desequilibrios y traspasar a precio dichos aranceles. Asimismo, la mesa directiva de la compañía concluyó que la aplicación de sobretasas no será suficiente para generar cambios estructurales en el mercado que permitan asegurar la viabilidad financiera del negocio siderúrgico en su forma actual”.
El ministro de Economía, Nicolás Grau, explicó a Diario Concepción las claves de este complejo anuncio de la empresa. “Es una muy mala noticia para la Región del Biobío y el país. Se generaron condiciones muy favorables para que la producción de acero nacional pudiera vender en buenos precios y buenas cantidades a la minería. Y para que estas condiciones favorables se pudieran concretar, Huachipato y Molycop tenían que ponerse de acuerdo, porque una produce las bolas de acero y la otra las barras de acero que son insumos para tales bolas. Ese acuerdo no ha ocurrido y producto de esta falta de diálogo, de esta incapacidad para generar confianza entre estas dos empresas, que son empresas muy relevantes para el Biobío, es que Huachipato ha quedado en esta situación y ha hecho este anuncio que es, por supuesto, muy negativo y sorpresivo”, dijo el titular de cartera. En caso de que la decisión no se revierta, resta por conocer las acciones de compensación a los trabajadores y también la política de reconversión que deberá generarse para amortiguar el impacto para trabajadores y sus familias. También, cómo la Región absorberá en términos económicos el impacto del cierre.
Atrás quedarán siete décadas de trabajo de la usina porteña, donde muchas personas también recordarán que, quienes formaban parte de la comunidad huachipatina, mostraban un orgullo especial, vinculado a la reconocida solidez que alguna vez tuvo la industria acerera y que hoy evidencia lo contrario, una cara de debilidad, de derrota y de pérdida, reflejada en quienes están a cargo hoy de la usina. Lo cierto es que se nos va un actor económico clave en Biobío y sus trabajadores no son los responsables.