Editorial

Una estrategia de innovación para Biobío

No invertir en ciencia e innovación tiene costos: la importación obligada de bienes y servicios cuyos precios son imposibles de controlar, la matriz productiva dependiente de recursos naturales, los altos costos sociales y el retraso en los procesos de desarrollo del país.

Por: Editorial Diario Concepción 24 de Abril 2022
Fotografía: Referencial

La innovación no es iluminación repentina ni cae del cielo, dice el sentido común. Requiere financiamiento público y privado, capacidades científicas, tecnológicas y de gestión. Pero, sobre todo, exige una visión de futuro compartida y con liderazgos innovadores.

Hace algún tiempo que “innovación” se ha puesto como asunto obligatorio en la agenda pública, pero la histórica baja inversión en I+D por parte del Estado y de los sectores privados ha mermado la capacidad de innovación en Chile. En los países que han logrado llegar a la categoría de “desarrollados”, la realidad es distinta: la inversión en I+D es parte importante del presupuesto público y las empresas comparten la visión. Israel, Corea del Sur, Suiza, Suecia, Japón, Austria, Alemania están entre las naciones que destinan un mínimo de 3% de su Producto Interno Bruto en el desarrollo de ciencia e innovación. Chile no alcanza el 0,4% de su PIB.

No invertir en ciencia e innovación tiene costos. Entre ellos, la importación obligada de bienes y servicios cuyos precios son imposibles de controlar, baja productividad, matriz productiva dependiente de recursos naturales y con productos y servicios que compiten por precio. Qué decir de los altos costos sociales y del retraso en el proceso de desarrollo del país.

La Región del Biobío busca, desde hace largo tiempo, definir una estrategia de innovación que le permita dar un salto en su matriz productiva. En la actualidad la Región tiene una gran dependencia de sus recursos naturales. De hecho, el sector forestal responde por prácticamente el 80% del total exportado, en términos de valor, sin otro producto o área que le haga contrapeso. Y como lo demostró Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001, los países ricos en recursos naturales “crecen más lentamente y con mayores desigualdades”, una suerte de fatalidad que sería conocida como “la maldición de los recursos naturales”.

En los días que corren, en que estamos obligados a importar vacunas, cabe recordar que Chile produjo vacunas para seres humanos por más de 100 años, combatiendo así enfermedades como rabia, tuberculosis, gripe, viruela, coqueluche. Tras décadas de recortes de financiamiento, no hubo continuidad de inversión y así fue desarticulada la capacidad nacional de producir estas vacunas. Pero quedó demostrada la importancia de invertir en ciencia, tecnología e innovación. Es fundamental asimilar esa lección.

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