Editorial

Falta de empatía y humanidad

¿Se puede justificar la acción irracional de un grupo de personas que, escondidos en la multitud, humillan y atropellan la dignidad de seres humanos? La respuesta, sin dudar, debiera ser siempre un rotundo no.

Por: Editorial Diario Concepción 27 de Septiembre 2021
Fotografía: Contexto | Cedida

Es un hecho que nadie quedó indiferente a las imágenes provenientes de Iquique, donde una marcha contra migrantes terminó con la quema de las pocas pertenencias de un grupo de ciudadanos extranjeros, que no contaban con más cobijo que carpas. Una demostración de odio y de barbarie injustificada que nadie quisiera cerca suyo. En efecto, el problema migratorio, del que mucho tienen que decir las autoridades, no se mejora con marchas xenófobas, ni mucho menos condenando a pequeños niños a dormir en la intemperie.

Por cierto, voces internacionales condenaron el hecho. Así lo hizo, por ejemplo, el relator especial sobre los Derechos Humanos de los migrantes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Felipe González. “Inadmisible humillación contra migrantes especialmente vulnerables, afectándolos en lo más personal. El discurso xenófobo, asimilando migración a delincuencia, que por desgracia se ha ido volviendo cada vez más frecuente en Chile, alimenta esta clase de barbarismo”, escribió el personero en su cuenta de Twitter.

En tiempo de elecciones, los candidatos presidenciales también se refirieron al hecho, la mayoría a través de redes sociales. Cada uno en su particular estilo, en algunos casos deslizando responsabilidades a sus contendores, una alusión innecesaria. No obstante, quizás lo más lamentable, fue no encontrar una condena transversal a la falta de humanidad en un acto que, como se mencionó, es odio puro y barbarie.

Efectivamente, estamos frente a un problema que se generó por varias razones (la irresponsabilidad política entre ellas), pero independiente de ello, sigue latente y seguirá latente si no se toman determinaciones. Eso le corresponde a la autoridad de turno y en eso debieran colaborar todos.

Sin embargo, otra cosa es el actuar racista que, lamentablemente, se replica de muchas formas, en variadas acciones y declaraciones en nuestro diario vivir. Es cierto, que estamos viviendo momentos complejos, primero con la inestabilidad social que implicó el estallido de octubre de 2019 y luego por los efectos de la pandemia que, con sus variantes, no ha dado tregua, pero ello ¿puede justificar la acción irracional de un grupo de personas que, escondidos en la multitud, humillan y atropellan la dignidad de seres humanos? La respuesta, sin dudar, debiera ser siempre un rotundo no.

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