Las estadísticas revelan que la acción humana es la causa principal de los siniestros de tránsito: imprudencia, pérdida de control del vehículo y desobediencia a la señalización.
Chile se ha comprometido a reducir en 30% la cantidad de fallecidos en accidentes de tránsito para el año 2030. Ese es el objetivo general de la primera Estrategia Nacional de Seguridad de Tránsito del país, en línea con las tendencias mundiales de seguridad vial y con la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU.
Las estadísticas de accidentes confirman la necesidad de una estrategia específica. Los siniestros de tránsito se han convertido en una de las causas de muerte más importantes en Chile y por ello figura como el tercer país con mayor tasa de fallecidos entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Entre los años 2011-2019 el promedio anual de fallecidos en el tránsito en Chile fue de 1.586. La meta para 2030 es bajar a 1.110 fallecidos.
De hecho, el año pasado, producto de las restricciones de movilidad, hubo una reducción de 8,5% en el número de fallecidos en el tránsito, en comparación con años anteriores. Sin embargo, el dato negativo es que aumentaron las muertes de los “usuarios vulnerables” de las vías públicas: los peatones, ciclistas y motociclistas. En la última década la mitad de quienes fallecieron en el tránsito se enmarcan en alguna de estas tres categorías.
Las estadísticas, además, revelan que la acción humana es la causa principal de los siniestros de tránsito. La primera causa de muerte se debe a alta velocidad y pérdida de control del vehículo (29%), seguido por la imprudencia del conductor (25%) y por la imprudencia del peatón (23%). Respecto a los lesionados, los datos muestran un padrón similar: imprudencia del conductor (40%), seguido por la velocidad imprudente y pérdida de control del vehículo (14%), y la desobediencia a la señalización (11%).
Las lesiones causadas por siniestros de tránsito ocasionan importantes pérdidas económicas para personas y familias, además de la irreparable pérdida en caso de muerte. Los países y la sociedad en su conjunto también pierden. La Organización Mundial de la Salud estima que el costo económico de las muertes en el tránsito es de aproximadamente un 3% del Producto Interno Bruto para la mayoría de los países. Chile es clasificado como país de “ingresos altos” por la OMS y, según la metodología utilizada, en 2019 los siniestros de tránsito tuvieron un costo social de 2,2% del PIB. Ese porcentaje equivale a más de US$ 5.409 millones de dólares que podrían ser invertidos en proyectos sociales. Es decir, impulsar estándares adecuados de seguridad en el tránsito es una meta que el país no puede abandonar.