Es poco realista proponer la erradicación del plástico en la vida moderna, pero sí es posible impulsar el reciclaje, la reutilización y la producción de plásticos más amigables con el entorno.
Si se convierte en ley el proyecto que regula la generación y uso de productos desechables y de plásticos, artículos como tenedor, cuchillo, cuchara, bombillas, vasos, elementos de plumavit y todos los plásticos de un solo uso tendrán los días contados en Chile. La iniciativa dio un paso más la última semana en el Congreso, haciendo frente a las 33.000 toneladas de plásticos que se generan anualmente.
El texto legal prohíbe la entrega de productos plásticos de un solo uso, a la vez que avanza en la certificación de los plásticos compostables y en los incentivos a la compostabilidad. Además, obliga al uso de plástico reciclado en la producción de botellas, exigiendo un número de usos mayor a cinco para las botellas retornables. A su vez, las botellas desechables estarán permitidas al incluir, en su proceso de fabricación, material reciclado en porcentajes que aumentarán progresivamente.
Distintas mociones han tramitado por el Parlamento con el objetivo de limitar el uso del plástico y uno de los principales hitos de estas gestiones se dio en febrero del 2019, cuando se prohibió la entrega de bolsas en supermercados, tiendas y otros locales comerciales. La actual iniciativa impactará en los plásticos de un sólo uso, como vasos y cubiertos, elementos que pueden terminar en el océano o directamente en el cuerpo humano, dado que se ha detectado partículas de plástico en el agua embotellada y en mariscos y pescados consumidos en Chile. Las cifras oficiales indican que cada persona en Chile produce 3,7 kilos de residuos plásticos al mes, del cual sólo el 2% va al reciclaje.
Es poco realista proponer la erradicación del plástico en la vida moderna, pero sí es posible impulsar el reciclaje, la reutilización y la producción de plásticos más amigables con el entorno. Las universidades desarrollan proyectos de bioplástico elaborado con azúcar de materias primas desechadas por la agroindustria nacional. También bolsas de plástico biodegradable, de fuentes naturales renovables y que permiten incorporar materiales que brindan una gran variedad de propiedades a estos artículos.
Todas esas iniciativas permiten pasar de un ciclo lineal de producción y consumo a un modelo circular, de cuidado con el medioambiente y, en definitiva, de cuidado con los seres que viven en este planeta.