Editorial

Competencia vs colaboración

Hace años que en distintos sectores económicos el modelo de competencia (Porter) fue superado por el de colaboración. Si las empresas lo hacen, ¿por qué no trabajadores y empleadores?

Por: Editorial Diario Concepción 23 de Marzo 2021
Fotografía: Cedida

Cada cierto tiempo se instala en Chile un debate cargado de juicios y de insuficiente sentido de actualidad. La simples mención de que es necesario promover la participación de trabajadores y trabajadoras en los directorios de empresas privadas desató la controversia.

En respuesta a la idea, el presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Juan Sutil, rechazó de plano que los directorios de las grandes empresas tengan una participación de trabajadores, con paridad de género. Para el dirigente de la CPC, “Es como si nosotros, los accionistas, quisieran (sic) participar del 50% de la dirección de un sindicato y a mí me parece que no es correcto, porque son intereses y roles distintos dentro de una empresa”.

No debería ser así. Los ejemplos de gobierno corporativo con la participación de trabajadores han demostrado que hay más intereses comunes de lo que supone el dirigente gremial. La transparencia, los acuerdos y los intereses alineados suelen redundar en avances para el bien común de toda la organización. Si a una empresa le va mal, pierden todos, no solo los accionistas. Al cerrarse a la idea de manera categórica, se desconoce los modelos utilizados por corporaciones internacionales en materia de gobierno corporativo.

En el Siglo XXI, trabajadoras y trabajadores son aliados en la supervivencia misma de las empresas. Hace años que en distintos sectores económicos el modelo de competencia de Porter fue superado por el de colaboración. Lo mismo debería pasar en la antigua dualidad accionistas versus empleados.

Esa discusión es similar al eterno dilema de la productividad: más horas trabajadas es igual a empresa más productiva. Está demostrado que empleados(as) comprometidos son más productivos y ello puede reducir la curva de horas en sus puestos de trabajo. Dicho de otra forma: la evidencia histórica ha demostrado que la entrega de beneficios sociales y la reducción de la jornada, con trabajadores capacitados, se traduce en mayor productividad. Los países nórdicos recorrieron ese camino y, en lugar de la debacle, aumentaron la riqueza y son más igualitarios en la distribución de esa riqueza. No se trata de defender que ese modelo sea implementado ipsis literis en Chile, pero sí que el debate le hace bien al país. De la misma forma, no debería ser tabú, al contrario de lo que opina Sutil, que la dirección de la compañía tenga voz en las organizaciones de empleados.

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