La pandemia ha mostrado la verdadera cara de las personas, las que siguen pensando en lo material, pero también las que apelan a la comunidad, a la solidaridad.
La aglomeración en un centro comercial de la Región Metropolitana, donde un grupo de jóvenes buscaba comprar de un par de exclusivas zapatillas a precio rebajado, según la publicidad de la tienda, fue uno de los últimos hechos polémica en torno a la pandemia que, lamentablemente, volvió a evidenciar que algunos sectores de la población muestran individualismo y una profunda desconexión con la realidad. Y es que parece no haber llamado de las autoridades de salud, cuarentenas o número de fallecidos, que les impida seguir viviendo los días que como si la pandemia no existiera.
Lo lamentable es que es más allá de tratarse de un hecho puntual, de alguna forma también se emparenta con las escandalosas fiestas en Cachagua (fenómeno que se ha repetido, aunque con matices, en San Pedro de la Paz y Arauco) o los fines de semanas en la playa de Ramutcho. Probablemente con el mismo efecto (o parecido) al de las masivas compras durante los días de la Madre, del Niño, Navidad y Año Nuevo.
En todos ellos, y probablemente en muchas otras situaciones que es imposible de enumerar y/o mencionar en este espacio, no sólo hay una preocupante desconexión con la realidad, con el entorno, sino también una poca trabajada empatía. Y es que en tiempos de crisis sanitaria, donde salir de casa es sumamente complejo, parece evidente que no existe capacidad de ponerse en el lugar del otro, y no sólo “ese otro” que esta parte del sistema de salud que convive a diario con enfermos, sino también con aquellos que cada jornada concurre con temor a su trabajo, porque sabe que es esencial; o con quienes lo está pasando mal, porque han visto que la crisis económica los ha golpeado; y en casos más extremos, y muy reales, han tenido que experimentar en carne propia que la única forma de llevar alimento a los suyos, es siendo parte de una olla común.
La pandemia, que ya entró a su undécimo mes en el país, ha mostrado la verdadera cara de las personas, de las que, por ejemplo, siguen pensando en la importancia de lo material, pero también de las que apelan a la comunidad, a la solidaridad y privilegian lo esencial, la vida y salud de sus cercanos y familiares. En medio de una cuarentena, que cumplió una semana, aún es tiempo de realizar esfuerzos necesarios para cambiar algunos comportamientos y disminuir la ola de contagios.