Los jóvenes está dispuestos a actuar en su entorno, cuando creen que pueden aportar a cambios reales por un país mejor.
La gran participación de los jóvenes en el proceso eleccionario del domingo 25 ha recordado a todos la importancia de la ciudadanía conocer sus derechos y deberes, es decir, su educación cívica. Y el plebiscito reflejó la toma de conciencia, con énfasis en los jóvenes, sobre la importancia del deber cívico para lograr cambios.
Esa realidad contrasta con anteriores procesos electorales chilenos, que han sido poco atractivo para los jóvenes. Se han levantado diferentes tesis al respecto de ese desencanto con la política tradicional, y el argumento más repetido es que la oferta política simplemente no ha sido atractiva para los jóvenes. Rostros y personajes políticos que se eternizan y un sistema que no entrega una percepción de que la realidad vaya a cambiar independiente de quien sea elegido. Con el tiempo germinó una apatía hacia los partidos tradicionales y sus representantes. Por lo mismo, las protestas y movilizaciones sociales han sido los medios más recurrentes para ejercer influencia en las decisiones políticas.
El Estudio Internacional de Educación Cívica y Formación Ciudadana (ICCS), de 2016, evaluó la preparación de los jóvenes de 8° básico para asumir su rol como ciudadanos. Participaron 24 países y sistemas educativos de Asia, América y Europa y, entre los resultados, se reveló que ir a votar en el futuro no es una prioridad para los estudiantes de Chile, pero que sí tienen un compromiso con la igualdad de género y la igualdad de derechos de diferentes grupos étnicos y raciales. Otro dato revelador es la expresa falta de confianza: los estudiantes chilenos comparten con los de Perú los mayores grados de desconfianza en el gobierno, parlamento y poder judicial.
A la vez, los estudiantes en Chile muestran porcentajes de participación en actividades de voluntariado por sobre la media internacional. Un 40% declara participar en grupos voluntarios que ayudan a la comunidad (37% a nivel internacional), y un 38 % en grupos de jóvenes haciendo una campaña por algún tema (24 % a nivel internacional). Es decir, los jóvenes está dispuestos a actuar en su entorno, cuando creen que pueden aportar a cambios reales por un país mejor.
Es necesario que la agenda política incorpore las aspiraciones de los jóvenes. Más aún en los procesos futuros, que requerirán la participación de todas y todos.