Editorial

Desigualdad y pandemia en Chile

Estar confinado con todos los recursos necesarios para una familia es muy distinto al hacinamiento en viviendas que no tienen más que el refrigerador vacío. Eso hace toda la diferencia.

Por: Editorial Diario Concepción 13 de Mayo 2020
Fotografía: Agencia UNO

En Chile, la mitad de la población que trabaja sobrevive con poco más de 400 mil pesos por mes. En términos técnicos, es la mediana, según los informes del Instituto Nacional de Estadística. El INE indica, además, que el 70% del total de los ocupados percibió ingresos iguales o menores al ingreso promedio de $573.964. Si bien las cifras son de 2019, la variación para 2020 no superaría más que 20 o 25 mil pesos.

En Bío Bío se observa una reducción salarial más pronunciada, ya que el 70 % de los ocupados/as percibe menos de $500 mil. A esa realidad, es necesario agregar otras variables, como la tasa de desempleo acercándose a dos dígitos y el hecho de que una de cada tres personas adultas tiene deudas morosas.

Todo lo anterior en medio a una pandemia, que finalmente agudiza las situaciones de precariedad y castiga a las familias más vulnerables. El coronavirus no hace distinciones y puede infectar a ricos y pobres por igual. La diferencia está en cómo cada uno – rico o pobre- puede hacer frente a la Covid-19.

Hace un mes, la ex presidenta de Chile, Michelle Bachelet, recordó la gravedad del tema durante una reunión extraoficial del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Como Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, enfatizó: “Los millones de personas que con escaso acceso a la atención sanitaria y que, por necesidad, viven en condiciones de hacinamiento, con un saneamiento deficiente y sin red de seguridad, sin agua limpia, serán los que más sufran. Es menos probable que puedan protegerse del virus, y menos probable que soporten una fuerte caída de sus ingresos”.

Las condiciones para luchar contra el coronavirus y la Covid-19 hacen toda la diferencia. Estar confinado con todos los recursos necesarios para una familia es muy distinto al hacinamiento en viviendas que no tienen más que el refrigerador vacío. Y qué decir de los miles de adultos, jóvenes, niñas y niños olvidados en precarios campamentos. Lo mismo en las comunidades de etnias menos favorecidas y en los cinturones de pobreza.

Todos los indicadores, como también las proyecciones de especialistas, indican que la desigualdad, que ya es un problema estructural, aumentará por los efectos de la pandemia. Es una de las caras poco visibles de la crisis, y que no suele figurar en las estadísticas diarias sobre la propagación del virus.

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