Editorial

Perfil de competencias de los nuevos trabajadores

La explicación de estos cambios puede encontrarse en la mayor escolaridad del trabajador chileno, pero también por el tipo de trabajo disponible, la mano de obra no calificada de más fácil reemplazo por máquinas.

Por: Editorial Diario Concepción 29 de Noviembre 2018
Fotografía: Diario Concepción

Raramente los cambios ocurren aislados, dejando el resto de las circunstancias sin tocar, más bien las razones para determinada innovación suelen afectar, de manera diferente y con otros órdenes de magnitud, otras realidades, muchas veces por motivos comprensibles, pero también por motivos difíciles de comprender. No ocurre de esta última manera en el caso de las innovaciones tecnológicas y su impacto en modificar el mundo laboral, los aumentos de eficiencia, la disminución de los errores y la aproximación a la predecible certeza de buena calidad.

Así, la implementación de tecnología a las líneas productivas, cuando ésta era más bien auxiliar y rudimentaria, resultó en un apoyo considerable al trabajo del hombre, pero cuando empieza a situarse en el área de tareas complejas, el hombre mismo empieza a ser desplazado por una máquina, que no se equivoca, que no se fatiga y que puede permanecer por tiempo indefinido trabajando sin tropiezos.

Puede ser que por instintivos dispositivos de defensa, se haya optado por no salir de nuestros nichos de seguridad y aceptar que la tecnología tenía esas proyecciones, pero que su papel como agente primordial en el mundo del trabajo estaba situado en algún punto indefinido del futuro, que aunque también cercano, no sería propiamente para este mismo presente.

Sin embargo, por diversos motivos, además de la mayor eficiencia, como puede ser el peso de los presupuestos de remuneraciones o el temor a eventuales conflictos laborales, el reemplazo de hombres por máquinas empieza a ser un factor digno de tomar en cuenta.

Los indicios son sutiles, pero igualmente significativos, el ejemplo más elocuente de esta tendencia es lo que se ha observado desde el año 2010, cuando los trabajadores sin calificación eran el grupo mayoritario de ocupados, es decir, el 25% de todos quienes trabajaban en Chile, en claro contraste con la evolución de esa situación en la actualidad, con una baja de los trabajadores no calificados al 21%, mientras los trabajadores con más calificación y mayores ingresos llegan al 26,5%.

En términos de ingresos, los ocupados del segmento de trabajadores con mayor calificación tienen sueldos promedios que van entre los $676 mil y $1,9 millones. En cambio, entre los trabajadores no calificados el sueldo promedio es de sólo $276 mil, según la Encuesta Suplementaria de Ingresos del INE.

La explicación de estos cambios puede encontrarse en la mayor escolaridad del trabajador chileno, pero también por el tipo de trabajo disponible, la mano de obra no calificada de más fácil reemplazo por máquinas, en comparación con las mayores oportunidades laborales de personas que pueden utilizarlas para mejorar su desempeño.

Los costos de la tecnología son, hasta cierto punto, un factor que opera en hacer más gradual el reemplazo de la mano de obra, calificada o no, pero paulatinamente tendrá que implementarse para establecer condiciones competitivas, en el intertanto es obvio que cada trabajador, atendiendo a sus particulares circunstancias, tiene que adquirir competencias diferentes, un proceso racional de perfeccionamiento, que le permita adaptarse rápidamente a circunstancias cambiantes, de tal manera que pueda utilizar la tecnología emergente como un aliado para mejorar su perfil como trabajador y no como una amenaza para su estabilidad laboral, una señal evidente que más vale mirar a la cara.

Etiquetas