Editorial

Los muchos niños chilenos que no saben leer

Por: Editorial Diario Concepción 21 de Noviembre 2018
Fotografía: Contexto

Bien puede ser el derribamiento de otro de nuestros convencimientos chovinistas, aquel de la casi inexistencia de analfabetos en el país, a diferencia, se suele comentar de otras naciones de la región. Sin embargo, las noticias parecen quitarle cada vez más soporte a dicha afirmación, más aún, la reforma educacional y el enorme esfuerzo que los gobiernos han venido haciendo para mejorar las cosas en ese ámbito parecen ser insuficientes, ir de mal en peor.

Según las Naciones Unidas, una persona analfabeta es aquella que no puede ni leer ni escribir un breve y simple mensaje relacionado con su vida diaria, como esta vida diaria tiene mayores exigencias, en muchos países, se avanza en las competencias requeridas, se espera la comprensión lectora, la cual puede ser deficiente a pesar de que la tasa de analfabetismo sea pequeña, ya que leer no es sólo conocer las letras, sino entender mensajes por escrito.

Recientemente, el Ministerio de Educación informó que unos 158 mil niños y niñas de todo el sistema escolar, en promedio, terminan Primero Básico y pasan a Segundo sin un nivel adecuado de lectura para su edad o, incluso, sin saber leer, una barrera compleja si se espera un adecuado desempeño en Lenguaje y en cualquier otro ramo en que necesiten leer para entender los problemas, seguir instrucciones escritas, o dar sentido a una descripción, generando una incapacitante mala comprensión lectora, que afecta negativamente toda la serie de aprendizajes en los cursos siguientes.

La encargada de políticas públicas de Educación 2020 resume “en Cuarto Básico o en Octavo la cantidad de niños que no entiende lo que lee es cercana al 50%”. Según la última prueba nacional de lectura aplicada en 2° básico, un 24% de los casi 255 mil niños “no tiene las competencias mínimas de comprensión lectora”, según la Agencia de Calidad. Una situación que explica el pobre desempeño de un porcentaje de adultos en esta dimensión, así, mientras un 19% de los adultos de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (Ocde) tiene problemas para entender un texto, en Chile más de la mitad muestra esa dificultad, según esta organización, el impacto de esta limitación es bastante notable, aludiendo como ejemplo que para un número importante de chilenos es difícil, sino imposible, seguir las instrucciones para armar un mueble.

Frente a esta preocupante situación, la ministra de Educación, indica que “aquí hay temas de metodología, temas de focalización, temas de material”, enumerando las medidas concretas que se tomarán están aumentar los textos de las bibliotecas digitales escolares y que todos los establecimientos tengan biblioteca, se espera que para 2021 estas se implementen en los 270 establecimientos del país que carecen de ellas.

Es evidentemente, una política laudable, pero es difícil pensar que sea la solución, la sola presencia de los libros o las facilidades para acceder a ellos, ya que leer es un hábito, una forma cultivada de conducta que debe aprenderse y nadie aprende si no tiene motivos, es esa la debilidad de los proyectos, se requiere motivaciones, estímulos positivos dl ambiente, familias y profesores, que compartan el auténtico amor a la lectura, como una herramienta de la inteligencia y un factor de transferencia de la humanidad. La caridad, como se suele entender, empieza por casa.

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