Editorial

Nuestra región y la nueva Ruta de la Seda

Una mirada al mapa del proyecto muestra la enorme red que se establece en este proyecto y las rutas oceánicas por las cuales se extiende, un brazo se alarga hacia el Pacífico, hacia Sudamérica, hacerse parte es un desafío que no puede ignorarse.

Por: Editorial Diario Concepción 18 de Noviembre 2018
Fotografía: Archivo

A los emprendedores penquistas del siglo XIX no les tembló la mano a la hora de pensar en grande y tomar riesgos calculados, con una lejana mirada de futuro, sopesando las realidades del momento, asociados con  las casas comerciales extranjeras, principalmente británicas y alemanas, que controlaban el comercio exterior del país, con casos notables  de proyección emprendedora forjada desde la misma región.

Según se describe en la publicación de Mazzei, Profesor de la Universidad de Concepción, en  Atenea N° 498 del 2008, con el título  “El empresariado mercantil de Concepción a fines del siglo XIX” , hubo los mismo resguardos de hoy, pero enfrentados con una indudable mayor fe y cuota de audacia,  es decir ¿por qué las firmas foráneas se interesaron en extenderse a Concepción, teniendo en cuenta su débil base demográfica en comparación con el centro del país? La ciudad, en el censo de 1895, registró 39.837 habitantes y el puerto de Talcahuano 10.431, mientras que en el mismo censo Santiago sumó 256.403 habitantes y Valparaíso 122.447. Es decir, la población de Santiago-Valparaíso sobrepasaba más de siete veces a la de Concepción-Talcahuano. Sin embargo, las iniciativas se llevaron a buen término, observando las potencialidades.

Las firmas foráneas al extenderse a la Región impulsaban ese comercio, obteniendo a cambio adecuados márgenes, con el  eje Concepción-Talcahuano operando como centro de distribución de mercaderías importadas y de captación de producciones locales.

En pleno tercer milenio, en un planeta globalizado, China irrumpe con una propuesta cuyas raíces se encuentran la Ruta de la Seda, la antigua ruta terrestre en Europa y Asia que conectaba a comerciantes y viajeros de regiones como China, Persia y el Imperio Romano, así el dragón, hace rato despierto, está llevando a cabo lo que se  considera el proyecto más grande del siglo: construir una red de ferrocarriles y rutas marítimas que vincule 70 países de Asia, África, Europa y Oceanía.

Los principales enfoques de la iniciativa conocida como La Franja y la Ruta de la Seda, BRI, del inglés, Belt and Road Iniciative, son la infraestructura, el transporte y la energía. Se compone de dos partes: la red terrestre que amplía la antigua ruta de la seda y rutas marítimas que conectan los principales puertos de Europa y África, un proyecto mundial de conectividad física y económica que para fines de la próxima década pueden ser  un tercio del PIB mundial.

Chile acaba de firmar un acuerdo de entendimiento con la iniciativa, que dará más facilidad para las inversiones chinas, sobre todo en infraestructura. Una mirada al mapa del proyecto muestra la enorme red que se establece en este proyecto y las rutas oceánicas por las cuales se extiende. Un brazo se alarga hacia el Pacífico, hacia Sudamérica, su punto de encuentro es parte de las  posiblemente duras negociaciones y una no menos dura competencia para ofrecer las mejores opciones.

Nuestra región había tenido una impronta relevante, China Week, con una representativa muestra de su hacer con una nutrida participación de autoridades, lamentablemente esa iniciativa fue discontinuada, la Región está posiblemente presente, pero con otro perfil, menos potente que el anterior, pudo haber faltado visión de futuro, o una mirada más escrutadora de los potenciales para el desarrollo regional, pero hay todavía una oportunidad.

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