Editorial

El precio en libertad de la seguridad ciudadana

Por: Editorial Diario Concepción 17 de Noviembre 2018
Fotografía: Gentileza Municipalidad de Talcahuano

A pesar de las reiteradas declaraciones de los últimos gobernantes de Chile, desde la declaración del fin a la puerta giratoria, o la terminación de las fiesta a los delincuentes, el tema de la inseguridad ciudadana sigue escalando posiciones, a pesar de informaciones positivas de los organismos de seguridad mostrando en estadísticas que no terminan de ser creídas, que la delincuencia ha disminuido y que los delitos son menos frecuentes.

Lo cierto es que la delincuencia no da indicios de haber sido controlada, cambia de forma y lugar, pero crece en audacia, en medios y en violencia, a tal grado que los chilenos están dispuestos a ceder parte de bien más preciado; su libertad y autonomía, con tal de ganar en protección.

Efectivamente, en relación a esta última línea, las últimas cifras levantadas por la encuesta Cep, Estudio Nacional de Opinión Pública, muestran que los chilenos están más dispuestos a sacrificar libertades personales para, de esa manera, sentirse más seguros. Hasta no hace demasiado, era impensable encontrar aprobación mayoritaria a la propuesta de permitir que guardias, vigilantes, se entiende debidamente acreditados, o las fuerzas del orden, solicitaran identificación a un transeúnte, o existiera la posibilidad de ser de seguido continuamente por cámaras en centros comerciales y en la calle.

El cambio ha sido notablemente rápido, lo que refleja lo agudo de la percepción de amenaza de la delincuencia sobre el ciudadano común, que en nuestra región es descrita como la principal preocupación por un 67% de los consultados, según estudio para este medio de la Facultad de Economía de la UdeC. Así, ahora es perfectamente aceptable el uso cámaras en espacios comunes, ni se cuestiona sobre los derechos de las personas a caminar anónimamente por la calle o dentro de las empresas. 

Un experto en la interpretación de este tipo de datos, Roberto Méndez, actualmente académico de la Universidad Católica, además de comentar que esta encuesta lleva haciéndose desde hace 13 años, lo que ciertamente le otorga valoración, observa que las personas “empiezan a considerar otras alternativas, como que un gobierno autoritario podría ser preferible a uno democrático”, cambiar de paradigma en lo políticamente correcto, en este caso, “la gente está dispuesta a sacrificar libertades personales para obtener mayor seguridad”, muy al contrario de las banderas de lucha de progresistas que consideraban inaceptable todo tipo de restricciones de esta naturaleza, no importando los riesgos de la abstención.

Los resultados de la última elección presidencial en Brasil, o en Italia, como en algunos otras sociedades, parecen indicar que hay una desvalorización de la democracia, una pérdida de confianza en su capacidad para hacerse cargo de la delincuencia, la corrupción y la violencia, que por otra parte, explica el aumento la acción directa de la gente contra los delincuentes, lo que abre una muy intranquilizadora puerta a los atropellos y abusos, olvidando el derecho de toda persona al debido proceso.

Una conclusión podría ser que el precio de equivocarse en las atribuciones y perfiles de la democracia, termina por debilitarla y permite su reemplazo por gobiernos autoritarios, sin ponderar adecuadamente el significado de la auténtica libertad. Hace falta recordar que la democracia tiene armas para asegurar, con todo derecho, la seguridad y la paz.

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