Editorial

La poca efectividad de la educación escolar chilena

El hecho preocupante no es que nuestros estudiantes estén más horas en sus colegios, sino que en un análisis simple de la relación entre las horas de clase y el desempeño en pruebas como Pisa, se observa que no hay ninguna conexión entre ambas variables.

Por: Editorial Diario Concepción 19 de Septiembre 2018
Fotografía: Agencia UNO

Como no cesa de comentarse, el debate sobre la reforma educacional está lejos de concluir, por la sencilla razón que no se empezó por donde debiera haberse comenzado, se optó por tener un impacto a corto plazo, con evidente rentabilidad política y ambición de dejar marcas históricas, sin evaluar sus características, ya que los intereses estaban en otra dirección, la gratuidad de la educación, sin tomar las medidas necesaria para que esa oportunidad fuera de la máxima efectividad y que estuviera inseparablemente unida a un concepto dinámico de calidad y pertinencia.

Las organizaciones internacionales que observan la situación de las iniciativas en el ámbito educacional, han puesto también atención en el devenir de los procesos en nuestro país, analizando una serie de dimensiones correspondientes al desarrollo del capital humano desde la primera infancia hasta la educación superior.

El diagnóstico, pudiera ser tentativo, pero que se puede asociar a otros estudios que señalan similares conclusiones, es que Chile aún evidencia dificultades para avanzar en una economía basada en el conocimiento y los importantes niveles de desigualdad que presenta en relación al resto de los países de la Ocde, una descripción que surge al observar los resultados de diversas pruebas estandarizadas internacionales, como Pisa, que aunque reconoce logros sólidos y alentadores en relación al resto de los países de América Latina, siguen siendo insuficiente, de esa manera Chile presenta uno de los peores desempeños en ciencias y, además, uno de los países donde el contexto socioeconómico de los estudiantes tuvo más influencia en su desempeño.

El hecho escueto es que Chile no ha podido asegurar un mejoramiento continuo de sus desempeños educativos, desde 2012-2013, no se observan avances en pruebas nacionales e internacionales, a pesar de grandes inversiones que todavía no se expresan, en el núcleo duro del sistema pedagógico, es decir, la interacción entre docentes, estudiantes y contenidos.

En la versión 2018 del informe de Education at a Glance, que publica anualmente la Ocde, se destaca que nuestros estudiantes de la educación primaria tienen, después de Dinamarca, la jornada escolar más larga entre los países de la Ocde, con un promedio de 1.039 horas, muy superior a las 799 horas de promedio que tienen los países de esta organización.

No sería por sí mismo una situación desfavorable, el hecho que nuestros estudiantes estén más horas en sus colegios, lo preocupante es que en un análisis simple de la relación entre las horas de clase y el desempeño en pruebas como Pisa, se observa que no hay ninguna conexión entre ambas variables. Situación parecida a la de los primeros años de la educación secundaria, las horas de clases en Chile -un total de 1.077- también están por encima del promedio de la Ocde, que alcanza 913.

En consecuencia, hay otro factor que resolver en la reforma educacional ya que las políticas educativas deben establecerse en base a evidencias sólidas, como la presente, no se puede desperdiciar recursos humanos y materiales para promover una mejor educación, en un espacio que puede ser mejor aprovechado para el óptimo desempeño de profesores y estudiantes, es justamente aquel que se requiere para estimular el pensamiento crítico, el trabajo creativo y la oportunidad d explorar el vasto mundo del conocimiento.

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